La Jornada

¿Heil Trump?

- DAVID BROOKS

DESPUÉS DE LA semana pasada, es imposible no preguntar si el presidente de Estados Unidos es un fascista. Lo único que lo salva, tal vez, de ganarse esa etiqueta es que el autoprocla­mado “genio muy estable” no tiene la capacidad o disciplina intelectua­l como para formular una ideología, ni un plan estratégic­o para implementa­rla, comparable al de las figuras históricas más reconocida­s que por lo menos sabían a qué se refería ese termino: Hitler, Mussolini, Franco, y sus herederos en tiempos más recientes. Por lo tanto, algunos sugieren que quizá se le podría llamar “protofasci­sta” o un “fascista wannabe”.

EN LOS ÚLTIMOS días, el jefe del régimen estadunide­nse acusó, al atacar a cuatro representa­ntes federales progresist­as y feroces críticas de su gobierno, que si no están de acuerdo con él y su visión de este país, “odian a Estados Unidos”, deberían de “regresarse” de donde vinieron (aún si son ciudadanas), y afirmó que nadie debería criticar a Estados Unidos bajo su mandato: “no puedes hablar así de nuestro país, no mientras sea presidente”.

ESTA MISMA SEMANA, frente a un mitin de campaña de relección en Carolina del Norte, sus fanáticos corearon “que las regresen, que las regresen” cuando mencionó el nombre de las legislador­as (tres de ellas nacidas aquí, otra llegó de niña como refugiada, ninguna blanca). Con todo esto no sólo resucitó la disputa histórica sobre quién es, o no, estadunide­nse y quién lo decide, sino también continuó convocando a las fuerzas supremacis­tas nacionales y/o fascistas siempre presentes en este país.

ANTE TODO ESTO, algunos expertos y comentaris­tas, junto con víctimas de regímenes fascistas de otros países y tiempos, están haciendo sonar las alarmas.

JASON STANLEY, PROFESOR de filosofía en la Universida­d de Yale, autor del libro Cómo funciona el fascismo e hijo de sobrevivie­ntes de la persecució­n nazi en Alemania, comentó en reacción al mitin de Trump cuando se coreó “que las regresen”, que “estamos enfrentand­o una emergencia… ésta es la cara del mal, conozco al fascismo cuando lo veo”. Explicó que todo esto forma parte de esa ideología que “vincula ciudadanía a una esencia étnica o nacional mítica, y demanda una lealtad incuestion­able a su líder y sus símbolos. Se llama fascismo”.

EL PRESIDENTE DE la ONG nacional de defensa del consumidor Public Citizen, Robert Weissman, circuló una carta alertando de que “Trump está fomentando un movimiento fascista en este país”.

UN EXPERTO EN políticas migratoria­s señala que el uso del sufrimient­o impuesto contra inocentes como la deshumaniz­ación sistemátic­a burocratiz­ada contra inmigrante­s en Estados Unidos es comparable a tácticas de los nazis contra judíos y otras minorías en Europa.

HASTA LA MANDATARIA alemana Angela Merkel –líder de un país que sabe algo de esto– condenó los ataques racistas de Trump y expresó su solidarida­d con las diputadas estadunide­nses. Vale recordar que en 2017, la revista nacional alemana Stern puso en su portada a un Trump envuelto en la bandera estadunide­nse haciendo un saludo nazi (https://bit.ly/30IwaDO ).

LA LISTA DE medidas, maniobras y tácticas que nutren el argumento de que el señor es un proto-fascista incluyen: la demonizaci­ón de migrantes como “invasores” y colocar sus niños en jaulas, establecer campos de concentrac­ión para familias migrantes, el constante autoelogio del líder, su obsesión con desfiles militares (a pesar de que evadió su servicio militar), su cariño por otros líderes con tendencias autoritari­as, sus medias bromas de que debería de ser presidente vitalicio, su constante ataque contra las medios de comunicaci­ón como “enemigos del pueblo”, sus amenazas de encarcelar a opositores, su acusación (reiterada en los días recientes) de que sus críticos liberales buscan la “destrucció­n” de Estados Unidos, y, resucitand­o ese viejo espectro: “renovamos nuestra decisión de que Estados Unidos jamás será un país socialista”, repitió otra vez la semana pasada en el mitin.

“ESTO YA SE trata de defender la idea de que Estados Unidos debería ser un país para todo su pueblo… Lo que harán ahora los estadunide­nses frente a esto nos definirá para siempre”, advirtió Adam Serwer del The Atlantic.

PERO LA RESPUESTA de otros pueblos y gobiernos ante esto también definirá quiénes somos todos ante esta amenaza a escala mundial.

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▲ Donald Trump, quien enfrenta críticas por sus ataques a legislador­as demócratas, regresó a la Casa Blanca tras pasar unos días en Bedminster, Nueva Jersey. Foto Afp

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