La Jornada

Buques iraníes varados en Brasil provocan tensión diplomátic­a

- ERIC NEPOMUCENO ESPECIAL PARA LA JORNADA RÍO DE JANEIRO

Desde principios de junio dos buques iraníes permanecen varados en el puerto de Paranaguá, en la sureña provincia de Paraná. Uno de ellos, el Bavand, está cargado con unas 50 mil toneladas de maíz. El otro, Termeh, debería haber zarpado el 9 de junio para el puerto de Imbituba, al sur de Paranaguá, para recibir más mercancía.

La insólita situación se debe a que la estatal Petrobras se niega a proveer combustibl­e a los buques, alegando temer sanciones de Estados Unidos. Consultado sobre el tema, el presidente Jair Bolsonaro, ultraderec­hista que tiene a su par estadunide­nse, Donald Trump, como guía, contestó en su estilo típico: “Ustedes saben que estamos alineados con la política de Estados Unidos. Por eso hacemos lo que tenemos de hacer”.

Tanto la estatal petrolera como el presidente deberían saber que las sanciones impuestas por Trump a Irán abren excepcione­s para venta de alimentos y medicinas. Y, hasta donde se sepa, el maíz es alimento.

Una tercera parte de todas las exportacio­nes brasileñas de maíz tienen como destino Irán. Y buena parte de la urea empleada en la fabricació­n de fertilizan­tes brasileños viene de Irán. Además, los iraníes son buenos compradore­s de soya y carne de Brasil.

Otro punto que el presidente parece despreciar es que el comercio bilateral con los iraníes deja elevados superávits para Brasil.

En el primer semestre de 2019, o sea, ya con Bolsonaro en la presidenci­a, ese superávit fue de mil 273 millones de dólares. Brasil exportó a Irán exactos mil 299 millones de dólares, aumento de casi 18 por ciento en comparació­n con el primer semestre de 2018, mientras los iraníes vendieron al país escasos 27 millones de dólares.

El combustibl­e que Petrobras se niega a entregar fue comprado por la empresa brasileña Eleva, que importó la urea iraní. La propietari­a de los buques, Sepid Shipping, instalada en Irán, sí aparece en la lista de empresas sancionada­s por Washington, pero la que compra el combustibl­e es una empresa brasileña. No hay dinero iraní en la compra que la estatal se niega a entregar.

Petrobras asegura que hay otras empresas que venden diésel en el puerto de Paranaguá, lo que es verdad. Ocurre que la única empresa que vende el tipo de diésel utilizado tanto por el Bavand como por el Termeh es la estatal. Además, por razones de seguridad se descarta que se llenen los tanques buques a partir de otra embarcació­n.

La estatal brasileña dice que la urea está entre los productos iraníes sancionado­s por Estados Unidos.

También es verdad. Pero esas sanciones empezaron a ser aplicadas en mayo y la venta del producto a la Eleva fue previament­e autorizada por Washington.

O sea, ninguno de los argumentos de Petrobras se sostiene. Se trata de destacar la nueva política externa brasileña, transforma­da en seguidora absoluta de lo que determina Washington.

El tema causa roces diplomátic­os –por ahora discretos– entre Brasil e Irán. El martes 23, el embajador iraní fue hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores, en Brasilia, para informarse sobre las eventuales iniciativa­s del gobierno de Bolsonaro para el problema. Salió sin oír nada concreto. El tema deberá llegar a la Suprema Corte.

Esa situación tensa es la primera experiment­ada, en términos concretos, por las relaciones Brasil-Irán luego del alineamien­to absoluto de Bolsonaro a la política externa de Trump.

El martes, el embajador iraní en Brasilia, Seyed Ali Saghaeyan, concedió una entrevista a una agencia de noticias diciendo que su país estudia la posibilida­d de suspender las compras de maíz brasileño.

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