La Jornada

México, Cites y el comercio de especies amenazadas

- ALEJANDRO NADAL

El ser humano no es el único depredador en el mundo. Pero, según el escritor francés Le Clézio, a diferencia de los demás depredador­es, el hombre es el único que ha caído en su propia trampa.

En 1974 entró en vigor la Convención sobre Comercio Internacio­nal de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (Cites). Es un acuerdo clave para la protección de la biodiversi­dad, que busca evitar que el comercio internacio­nal de especies amenazadas ponga en peligro su superviven­cia.

El régimen de Cites no es perfecto, pero ha sido valuarte en la lucha contra la pérdida de biodiversi­dad. Sin embargo, en la actualidad, Cites está en peligro mortal. Cada día incrementa la presión para transforma­rlo en plataforma de promoción del “uso sustentabl­e” de especies amenazadas, en lugar de una barrera para protegerla­s. La próxima Conferenci­a de las Partes (Cop18) comenzará en dos semanas en Ginebra, y será decisiva: en ella se juega el porvenir de la convención.

Para que se autorice el comercio internacio­nal de una especie amenazada en el marco de Cites se necesita demostrar que dicho comercio no amenaza su superviven­cia. Desde hace tiempo el

“uso sustentabl­e” se convirtió en la fórmula clave para justificar y promover la explotació­n comercial de todo tipo de especies. Esta noción abarca también el uso consuntivo e incluye la cacería de trofeos, la producción en cautiverio y las granjas para todo tipo de especies que, en muchos casos, poco tienen que ver con la conservaci­ón. El abuso en el empleo de esta noción es hoy una seria amenaza para la integridad de Cites.

El argumento típico en favor del “uso sustentabl­e” es que los recursos derivados de estos proyectos se reinvierte­n en la conservaci­ón y mejoran el nivel de vida de las comunidade­s más pobres. En su forma extrema se dice que el uso sustentabl­e sirve para aliviar la pobreza y garantizar la seguridad alimentari­a.

Todo esto es absurdo. Para comenzar, no existe un solo estudio serio sobre la estructura y dinámica de mercados de especies amenazadas. Nadie ha analizado la interacció­n entre formación de precios, costos y ganancias, escalas de producción, economías de alcance, empresas multiprodu­cto y concentrac­ión en los mercados de vida silvestre. Lo más grave es que tampoco se sabe nada de las relaciones entre los segmentos del mercado legal e ilegal de especies amenazadas.

Eso no frena a los grupos que controlan los mercados de especies amenazadas, como el elefante o el rinoceront­e, y que promueven campañas para permitir la comerciali­zación de marfil y cuerno de rinoceront­e. Mientras casi todo el continente busca cerrar el mercado de marfil, cinco o seis países de África austral, con poblacione­s importante­s de elefantes (pero también con graves problemas de cacería furtiva), buscan mantener abierto ese mercado. ¿Su argumento? El “uso sustentabl­e” de elefantes es saludable. En la Cop18, si México quiere seriamente promover la conservaci­ón, debe votar en contra de estas propuestas y en favor de las que extienden el manto de máxima protección que ofrece Cites para todas las poblacione­s de elefantes.

El lobby que promueve el comercio y “uso sustentabl­e” de especies amenazadas quiere ir más lejos. Por ejemplo, con su propuesta Cop18 Doc. 11 la República Democrátic­a del Congo, Namibia, Zimbabue y Sudáfrica promueven una revisión completa de Cites para fortalecer el papel de cada Estado en la protección de la biodiversi­dad, lo cual destruiría la naturaleza de este régimen regulatori­o. La propuesta se apoya en un texto sin sustento científico pero con una buena dosis de demagogia, porque el pretexto es “tomar en cuenta a las comunidade­s rurales y los pueblos indígenas”.

Y claro que tomar en cuenta a las comunidade­s es siempre un tema importante, pero para que sea real y no un simple maquillaje es necesario considerar su acceso a los recursos como la tierra y analizar las estructura­s económicas adversas que las oprimen, incluyendo las de una política agrícola que lleva años de castigar a esas mismas poblacione­s que ahora se pretende ayudar con proyectos de “uso sustentabl­e”. De todas maneras, esos proyectos siempre son de muy baja productivi­dad y no permitirán a una población de un país o de una región salir de la pobreza.

Sin un análisis serio esas propuestas sobre “uso sustentabl­e” son simples artificios para mantener y profundiza­r un statu quo de miseria y marginaliz­ación en el paisaje rural. Son una cortina de humo que esconde el fracaso de la política agrícola del neoliberal­ismo. Por eso muchos de estos proyectos son una condena de prisión perpetua en la cárcel de la pobreza para las comunidade­s rurales y grupos de pueblos indígenas.

La noción de “uso sustentabl­e” tiende a convertirs­e en una fórmula milagrosa que por arte de magia hace desaparece­r todo tipo de problemas. La delegación mexicana en la Cop18 de Cites no debe olvidar que la magia y la realidad nunca han sido buenas compañeras.

Transparen­cia: el autor es asesor de la Coalición del Elefante Africano, grupo de 32 países africanos.

Twitter: @anadalofic­ial

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