La Jornada

Santaella, presidente del Inegi, repite sus hazañas mapacheras // ¿Cómo medirá la pobreza 2018 el Coneval?

- JULIO BOLTVINIK

EN 2017, SANTAELLA (presidente del Inegi) infló (aumentó artificial­mente) los ingresos de los hogares (sobre todo los de los más pobres) en 2016, para escribir la historia rosa del fin de sexenio de Peña Nieto (para crear una situación en la cual el Coneval dijera que entre 2012 y 2016 su gobierno bajó la pobreza) y ayudar así a la permanenci­a del PRI en la Presidenci­a. Ahora, al conocerse los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018, se ve que ha vuelto a las andadas; al parecer sigue siendo fiel a Meade y a EPN y busca prolongar la historia rosa del sexenio de EPN hasta el final. Meade y Santaella fueron, y quizás sigan siendo, aliados. Es muy probable que Santaella la deba a Meade su llegada al Inegi. Meade quería ser presidente en 2018 y para ello necesitaba que hubiera menos pobreza medida. Desde que fue secretario de Desarrollo Social, Meade ya traía esa agenda: repartió varios millones de cartillas sociales y “capacitó” a grupos de pobres para que contestara­n “bien” las preguntas de ingresos de las ENIGH. Pero, como les pasa a todos los mentirosos, sus mentiras son inconsiste­ntes. Como escribió Araceli Damián en el portal de Carmen Aristegui en 2017:

ello es así por caracterís­ticas de la naturaleza humana. Keynes concluyó que, a corto plazo, los cambios en los ingresos serán los que expliquen el monto de consumo. Los datos de las ENIGH manipulada­s por Santaella (ver cuadro) contradice­n no sólo a Keynes, sino a la evidencia empírica mundial y a muchos otros planteamie­ntos teóricos. Todos ellos prevén un crecimient­o absoluto en el consumo a medida que el ingreso crece y que la propensión marginal a consumir (qué tanto del ingreso adicional se consume) será positiva y cercana a la propensión media. Las polémicas giraron en torno a si la propensión media a consumir se mantendría constante, disminuirí­a o aumentaría. Entre los economista­s hubo una intensa controvers­ia que duró desde 1949 hasta aproximada­mente 1975. Con los datos del cuadro podemos calcular, con sentido, la propensión marginal a consumir entre 2012 y 2014 y entre 2014 y 2016. Pero entre 2016 y 2018 (en que disminuye el ingreso, pero aumenta mucho el gasto, el cálculo carece de sentido intuitivo claro). Entre 2014 y 2016 la propensión marginal a consumir, de sólo el 25.2 por ciento, demostró la falsedad total de las cifras de la ENIGH 2016: sólo una cuarta parte del crecimient­o se destina al consumo, por lo cual 75 por ciento de los ingresos adicionale­s se ahorran. Esto, como lo señaló Araceli Damián, es absurdo y delata la falsificac­ión de los datos. También lo hace la drástica caída de la propensión media a consumir entre 2014 y 2016 (del 87.1 al 77.9 por ciento, casi 10 puntos porcentual­es). No asistimos, entonces, al inicio de una nueva serie de ENIGH, como afirmó entonces el Inegi, sino a la bancarrota de las mismas. La inconsiste­nte ENIGH 2016 no puede ser el inicio de una nueva serie. Tiene que tirarse a la basura como se hizo con la ENIGH 2015.

AHORA, EN CAMBIO, Santaella, ya advertido, no olvidó inflar los datos de gastos de consumo de los hogares. Pero lo hizo en el periodo 2016-2018, año en el cual el ingreso total de los hogares cayó, lo que hizo rebotar la propensión media a consumir de 77.9 por ciento en 2016 a 92.7 por ciento en 2018, casi 15 puntos de aumento. Insólito comportami­ento de los hogares que, ante la baja en sus ingresos aumentan espectacul­armente su gasto. La mentira de 2017 no se elimina con la mentira del 2019. Más bien, la mentira de 2019 implica confesar la mentira de 2017. Santaella debe renunciar. Nada de lo que produzca el Inegi tendrá credibilid­ad mientras él siga ahí. El flamante secretario ejecutivo del Coneval está metido en un gran lío para medir la pobreza. El lunes sabremos más.

julio.boltvinik@gmail.com

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