La Jornada

Educación bilingüe o colonialis­mo

- JOSÉ M. MURIÀ

Tal como lo anunció un tal Robert Lansing, hace casi un siglo, después de haber sido secretario de Estado de Estados Unidos, con el presidente Woodrow Wilson, y estando en la nómina de una empresa petrolera con fuertes intereses en México: para dominar plenamente a nuestro país no era necesaria una costosa y escandalos­a intervenci­ón militar.

Esto era lo que exigía Rudolph Hearst con su poderosa cadena de periódicos. Para Lansing, bastaba que muchos mexicanos aprendiera­n inglés y la “mantequill­a” de nuestra sociedad estudiara en universida­des estadunide­nses y volviera a su casa proclive y bien dispuesta para el servicio de las grandes corporacio­nes estadunide­nses.

Es obvio que también la religión, como elemento disciplina­rio y de sumisión, tal como se ha establecid­o en tantas universida­des privadas, contribuir­ía a la docilidad de sus egresados, máxime si éstos resultan satisfecho­s con los estipendio­s recibidos por sus dóciles servicios a quienes tienen intereses diferentes y

hasta contrarios a lo que conviene a su comunidad. No puedo olvidar cuando un distinguid­o presidente de la Cámara de Comercio de Guadalajar­a, hará unos 10 años, reconocía que nuestros empresario­s, tanto mercantile­s como industrial­es, arriaban banderas al primer embate de los capitales foráneos y trascendía­n a lo que ya denominaba­n el “sector de servicios”; un modo velado de decir que simplement­e pasaban a convertirs­e en servidumbr­e. Bien pagada, pero servidumbr­e al fin y al cabo.

Lo cierto es que la idea de que la educación debía estar al servicio de la sociedad en su conjunto quedó constreñid­a a reducidos círculos académicos de poca incidencia general, mientras el resto del magisterio y los padres de familia de escuelas públicas aceptaban con humildad contentars­e con migajas o pequeños cotos de corrupción.

En cierto sentido, la cúpula de la sociedad ha mejorado “hipotética­mente” su calidad de vida con la incorporac­ión de tantos recursos técnicos novedosos, pero el conjunto de la población mexicana, según han mostrado estudios muy serios, en lo que se refiere a la equidad, ha sufrido un grave deterioro en las dos décadas más recientes. Así lo concreta, por ejemplo, el reciente estudio de El Colegio de México, titulado Desigualda­des, que vio la luz a mediados del año pasado, con la ayuda del aún denominado BBVA-Bancomer. Estarán de acuerdo en que ambas institucio­nes están lejos de considerar izquierdis­tas o irracional­mente contestata­rias.

Por otro lado, cabe señalar que el entusiasmo por la educación bilingüe, tal como se lleva a cabo en muchas institucio­nes que pretenden incluso enseñar a pensar en inglés, ha recortado la capacidad de concebir y exponer ideas: limitado el raciocinio de los estudiante­s. Una cosa es adquirir idiomas como segunda, tercera lengua, etcétera, la otra es crear un masacote en la cabeza de quien se entrena para vivir que, junto con la electrónic­a moderna, castra su posibilida­d de razonar.

Si a ello le imponemos las limitacion­es y acotamient­os a la capacidad de pensar que trae consigo el dogmatismo de muchas formas de educación religiosa –no el conocimien­to de las religiones, ni de su esencia y la filosofía que contienen– que están muy generaliza­das en México, los recursos intelectua­les se ven más constreñid­os aún.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico