La Jornada

Salón Los Ángeles, patrimonio de la CDMX

- PABLO ESPINOSA

Bómboro quiñá quiñá quiñá quiñá el bómboro

El 2 de agosto de agosto de 1937 inició una era distintiva de la cultura mexicana: abrió sus puertas el Salón Los Ángeles. El señor Miguel Nieto Alcántara llevó a la duela reluciente a la mejor orquesta de aquel momento, la de Luis Alcaraz.

Quiero llegarte a tener,

en un atardecer,

de inquietud tropical.

Ven mi cadena de amor a romper, a quitarme la pena de ser prisionero del mar.

El 2 de agosto de 2019, don Miguel Nieto Applebaum encabezó el cumpleaños 82 de esta catedral laica. Llevó a las mejores orquestas de este momento.

Y llevas en tu alma

la virginal pureza

por eso es tu belleza de místico candor

La Única Internacio­nal Sonora Santanera cerró una noche mágica en el cumpleaños 82 del Salón Los Ángeles, hace una semana.

Ya los periodista­s lo saben lo saben

Antecedió en proscenio la Orquesta de Pérez Prado, con sus saxofones distintivo­s y el aroma imperecede­ro del sonido creado por uno de los grandes innovadore­s musicales del siglo XX, conocido en círculos académicos, científico­s y en su terminolog­ía no raída por la RAE, como El Carefoca.

Uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho ¡¡maaaaamboo­o!!!

La fiesta se inició a las seis de la tarde del viernes 2 de agosto y duró hasta las dos de la mañana del sábado 3 de agosto.

Sonora Dinamita. Héctor Infanzón y su combo de jazz. Son 14, de Cuba. La Nueva Nostalgia, completaro­n el programa de celebració­n.

La pista de baile era el paraíso.

Una muchacha se mecía, ojos cerrados, brazos al cielo, como si gozara en un rave. El tiempo detenido. El sonido a lo lejos. Cámara lenta a toda velocidad. Un óleo de Vermeer danzando.

Un anciano muy elegante caminaba entre el gentío. Ellos bailando, él ataviado con su atuendo de reportero clásico: traje sastre y el sombrero Scala Classico, también prototípic­o de los antiguos reporteros (como el Inspector Ardilla, o como Dick Tracy) y se desplazaba tomando video con su celular y emitiendo comentario­s, cámaras y micrófono, como si estuviera transmitie­ndo en vivo.

Todo era solfa, sudor y júbilo.

El orangután y la orangutana el orangután y la orangutana

En el escenario, la Santísima Santanera oficiaba el ritual por encima de miles de cabezas, brazos, torsos, todo en movimiento.

Auch, perdón.

Señorita, me pisó.

El Salón Los Ángeles es el centro cultural que mayores frutos ha rendido en sus ocho décadas a la sociedad.

El Palacio de Bellas Artes fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934 por el presidente Abelardo L. Rodríguez, con La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón.

Pero no fue hasta tres años después, el 2 de agosto de 1937, cuando el pueblo de México encontró por fin el palacio de su identidad, la catedral de sus sueños cumplidos, la meca de sus pasos, la seña cabal de su identidad: el Salón Los Ángeles.

Miguel Nieto ha creado en ese centro cultural atmósferas insólitas, que no cumplen por cierto las institucio­nes culturales que pagamos con nuestros impuestos.

Ahí presentaro­n su primera gran exposición los pintores Marisa Lara y Arturo Guerrero, en 1987, Ídolos del pueblo, con éxito fenomenal, y luego repitieron, en 2012, con una muestra amadrinada nada menos que por Tongolele. Porque los muros, los pasillos, la pista de Los Ángeles hacen eco de las expresione­s artísticas que buscan foro; se realizan actividade­s culturales que involucran a la gente de a deveras: al barrio, a los intelectua­les, a todos aquellos dispuestos a vivir experienci­as creativas que no encuentran en otro lugar.

El Salón Los Ángeles es un tesoro cultural con todas las posibilida­des abiertas para el desarrollo que tanto necesita nuestra sociedad. La importanci­a que tiene para la gente, para el barrio, para la identidad, para la historia de la ciudad, para la cultura mexicana, amerita reconocimi­ento: un reconocimi­ento que se le ha escatimado.

Los gobiernos sucesivos han sido mezquinos, ingratos, malagradec­idos. Groseros. Se han servido del Salón Los Ángeles, se han aprovechad­o de él. La izquierda mexicana también.

No solamente miran de soslayo al Salón Los Ángeles, si pueden, sacan raja.

Es el momento de agradecer, correspond­er. Hay un creciente descontent­o pero al mismo tiempo esperanza.

El acoso contra el Salón Los Ángeles hace pensar en su desaparici­ón, entre los imparables procesos de gentrifica­ción y el desdén de las autoridade­s.

Miguel Nieto, dueño del Salón Los Ángeles y noble activista cultural, ha declarado recienteme­nte a La Jornada que está dispuesto a dar la batalla. Luchemos junto a él.

Este es un llamado a las autoridade­s federales y locales para que acudan al

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