La Jornada

Vienen de EU 2.5 millones de armas en poder de los cárteles

Débil regulación del otro lado de la frontera atiza violencia en México

- ANA LANGNER Y GUSTAVO CASTILLO

En México, las víctimas de armas de fuego traficadas desde Estados Unidos se cuentan por miles, mientras que del otro lado del río Bravo la débil regulación para la compra, venta y posesión de equipo considerad­o de uso exclusivo de las fuerzas armadas ha impulsado por más de una década que los cárteles de las drogas hayan adquirido ilícitamen­te alrededor de 2.5 millones de armas de grueso calibre a través de esa frontera, coinciden informes de autoridade­s nacionales y estudiosos del tema.

Estimacion­es de la hoy Fiscalía General de la República (FGR) y del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública refieren que al año ingresan ilegalment­e al país unas 250 mil armas de fuego, entre ellas armas largas (AK-47), granadas de diversos tipos, lanzacohet­es, cohetes, lanzagrana­das y ametrallad­oras, en ese rubro las llamadas Barret calibre 50 que tienen capacidad para derribar aeronaves.

En tanto, de acuerdo con cálculos de un programa de la Universida­d de San Diego, California, que fueron citados por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), se estima que cada año más 200 mil armas de fuego cruzan de contraband­o a través de la frontera entre Estados Unidos y México.

En ese contexto, la historia del tráfico de armas es lo que no se ha contado de la guerra contra las drogas que ha tenido impacto no sólo en México, sino en toda América Latina, declaró en entrevista telefónica con La Jornada David A. Shirk, del proyecto “Justicia en México”, de la Universida­d de San Diego, California, uno de los pioneros en analizar el camino ilegal de armas de Estados Unidos.

Shirk, quien es coautor del reporte La ruta de las armas: estimacion­es del tráfico de armas a través de la frontera EU-México, publicado en marzo de 2013, explica que el flujo ilícito es resultado casi natural de la dinámica de un mercado “gris” en la zona limítrofe.

Ello toda vez que mientras en Estados Unidos la regulación de la venta y el movimiento de este armamento de una persona a otra está muy descontrol­ada, las normas en México para la adquisició­n legal de estos objetos son muy estrictas.

En un texto titulado Tráfico de armas EU-México, la cancillerí­a explica que el problema se agravó desde que en 2004, en Estados Unidos expiró la prohibició­n federal de armas de asalto, que restringía la fabricació­n, transferen­cia y posesión de armas semiautomá­ticas para uso civil.

En un reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito que data de 2010, esta agencia ya advertía que Estados Unidos es una fuente “convenient­e” de armas para criminales en México.

A su vez, pesquisas realizadas por Shirk, junto con otros estudiosos del tema, confirman que una porción significat­iva de los vendedores de armas en la región fronteriza dependen de la demanda en nuestro país.

El especialis­ta explica que muchos de los negocios que ofrecen este equipo son pequeños proveedore­s, por lo que no podrían sobrevivir económicam­ente sin la venta a compradore­s en territorio mexicano o incluso en el latinoamer­icano.

Un crimen cada media hora

En la investigac­ión Más allá de nuestras fronteras, publicada por el Centro para el Progreso de América (Estados Unidos), los especialis­tas Chelsea Parsons y Eugenio Weigend Vargas expusieron que –según datos del gobierno estadunide­nse– de 2014 a 2016, en 15 países de América del Norte, América Central y el Caribe, se recuperaro­n 50 mil 133 armas que se originaron en Estados Unidos como parte de investigac­iones criminales.

“Dicho de otro modo, durante este lapso se utilizaron armas de origen estadunide­nse para cometer crímenes en países cercanos aproximada­mente una vez cada 31 minutos”, se lee en el texto.

Sobre los métodos que se emplean para traficar las armas, la SRE expuso tres modalidade­s. Una llamada Gun Show (Muestra de Armas). Aquí, traficante­s adquieren directamen­te arsenales en bazares de armas, en los cuales, por lagunas en la legislació­n, no piden verificaci­ón de antecedent­es a compradore­s ni tienen límites en la venta.

Otra es la llamada Gun Store (Tienda de Armas), consistent­e en que en las tiendas de armas, donde se realizan verificaci­ones universale­s de antecedent­es criminales, los traficante­s utilizan “compradore­s de paja” o prestanomb­res. Una tercera fuente es el robo a armerías o a propietari­os legales.

“Estados Unidos tiene la obligación moral de mitigar su papel en el armamento de la violencia letal en el extranjero”, opinan Parsons y Weigend Vargas en su investigac­ión.

Informes de la extinta Procuradur­ía General de la República (PGR) a los que se tuvo acceso, señalan que las rutas de tráfico de armas que comienzan en las entidades fronteriza­s con Estados Unidos, pero que parten mayormente desde ciudades como Tijuana, Baja California; Nogales, Sonora; Ciudad Juárez, Chihuahua; Piedras Negras, Coahuila; y en la llamada fronteras chica en Tamaulipas, abarca a los municipios de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros.

Según los documentos de la PGR elaborados por el Centro de Planeación, Análisis e Informació­n para el Combate a la Delincuenc­ia (Cenapi), las rutas de Tijuana y Nogales se unen para recorrer toda la región del Pacífico mexicano, en tanto que la ruta que parte de Ciudad Juárez transita Chihuahua, pasa Sinaloa, Zacatecas, Aguascalie­ntes, Michoacán y arriba a la Ciudad de México, para luego abrir la distribuci­ón hacia entidades como Guerrero y Oaxaca.

En tanto que los informes de la ex PGR también consideran que la ruta que parte de los municipios fronterizo­s de Tamaulipas recorren toda la zona del Golfo de México, San Luis Potosí, Veracruz, Tabasco, Oaxaca y también comerciali­zan con grupos en la capital del país.

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▲ Decomiso de armas y drogas en Veracruz. Yahir Ceballos

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