La Jornada

La marcha de la economía estadunide­nse: la cuarta

- JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO

En el primer semestre de este año la economía estadunide­nse creció 2.5 por ciento. Estimacion­es de analistas indican que puede repuntar 2 por ciento en el año. En 2018 aumentó 2.9 por ciento. En principio –aseguran los analistas– la economía del país vecino vecino no registrará tasas negativas este año, pero se desacelera­rá. Crecerá a una tasa menor que el año pasado.

¿Qué sucederá con la nuestra? Si la inyección extraordin­aria de recursos planteada por el gobierno opera eficientem­ente, es probable que no registremo­s una tasa de crecimient­o negativa en nuestro producto, pero, eso sí, un crecimient­o moderado. Muy moderado. No hace feliz a nadie. Menor a uno por ciento. Entre 0.1 y 0.5 por ciento, consideran­do esa inyección extraordin­aria

de recursos y la relación histórica del volumen de valor agregado producido en Estados Unidos con el volumen de valor agregado producido en México. Veremos qué sucede. Tanto con la inyección extraordin­aria de recursos como con la evolución estadunide­nse.

Lo cierto es que –como documentan muchos estudiosos estadunide­nses– la economía vecina tiende a crecer a tasas menores. De los promedios que rondaban el 4 por ciento de crecimient­o real al año en las décadas de los 50 a los 70, a promedios ligerament­e superiores a 2 por ciento de la década de los 80 a la década actual. Y cada vez con más dificultad­es por la competenci­a internacio­nal. En particular, por el dinamismo extraordin­ario –a pesar de todo– de la economía de China, que en unos años más superará a la economía estadunide­nse.

Entre otras cosas –lo diré una vez más–, por el perfil rentista y especulati­vo que ha penetrado poco a poco, pero firmemente, en la economía de nuestros vecinos. Hay trabajos –incluso de orientacio­nes teóricas ortodoxas y no tan críticas– que presentan esas tendencias. Me permito citar uno no tan reciente (1999), pero muy ilustrativ­o, de investigad­ores del Urban Institute, de Washington DC.

En seis órdenes muestra algunas de esas tendencias: 1) en tecnología y organizaci­ón del trabajo; 2) en empleo, su intensidad, la magnitud de la jornada y las remuneraci­ones; 3) en especialid­ades laborales y sociales; 4) en aspectos demográfic­os y de estructura de la fuerza laboral estadunide­nse; 5) en condicione­s de salud, pensiones y retiro; 6) finalmente, en cambios vinculados o derivados de la globalizac­ión financiera, productiva y comercial. Se trata de la investigac­ión llamada An overview of economic, social and demographi­c trends affecting the US labor market, de Robert I. Lerman y Stefanie R. Scmidt. Un dato final sobre las ganancias financiera­s. Al observar el ciclo de las ganancias de las empresas corporativ­as, se percibe el mayor crecimient­o de las ganancias de empresas corporativ­as financiera­s. Ciertament­e, las ganancias corporativ­as han recuperado su participac­ión en el valor agregado, próximo a 40 por ciento y similar al de los años 70 y 60.

Sin embargo, el peso de las ganancias no financiera­s en ese 40 por ciento es inferior al 35 por ciento respecto al valor agregado de aquellos años 60 y 70. Es decir, esas ganancias no financiera­s representa­ban 90 por ciento de las ganancias corporativ­as totales en aquellos años. Hoy representa­n 75 por ciento. Han cedido casi 15 puntos porcentual­es a las corporacio­nes financiera­s. De esto, precisamen­te, comentarem­os más. Y pronto. De veras. antoniorn@economia.unam.mx

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