México y la guerra comercial EU-China
Con exportaciones e importaciones por 309 mil millones de dólares (mmdd) durante el primer semestre de este año, México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando a Canadá (307 mmdd) y a China (271 mmdd). Sin embargo, este suceso aún no se refleja en el crecimiento de la economía mexicana, y sus alcances pueden resultar limitados por el escaso margen de capacidad productiva ociosa y el bajo crecimiento de la inversión extranjera directa en el país.
Aprovechando los recursos del superávit que se tiene con Washington, México debería fomentar más inversión, tanto pública como privada, nacional y extranjera, orientada a remplazar parte de las exportaciones chinas que han sido afectadas por la guerra comercial Estados Unidos-China, y a reforzar las actividades productivas donde México está perdiendo cuotas de mercado, procurando, en lo posible, un mayor contenido nacional.
Aunque el tiempo podría no alcanzarle a México, pues la guerra comercial entre las dos potencias mundiales y el tipo de cambio (China ha devaluado su moneda 5.83 por ciento de 2018 a lo que va de 2019) ya han impactado al mercado financiero con señales de una “curva de rendimiento invertida” que se entiende como tasas de interés en bonos más bajas para el largo plazo y más altas para el corto plazo (Ver nota de Alejandro Nadal en La Jornada 7/8/19), lo que puede propiciar una recesión económica mundial.
Persiste zozobra por concesiones mineras
Si bien es un aliciente saber que ya no habrá más concesiones mineras, la intranquilidad persiste, pues 80 por ciento del territorio nacional durante gobiernos neoliberales fue concesionado a nacionales y extranjeros. El peligro pervive para la naturaleza, las comunidades y sus actividades económicas, y lo peor aún, la contaminación y la escasez de agua potable y limpia para consumo humano. El agua vale más que los minerales que extraen y enriquecen a las trasnacionales.
El oro y la plata son reservas, aunque estén en el corazón de la tierra, el Estado debe mantenerlas para fortalecer la economía nacional y, claro, reflejarlo en el bienestar del país, sobre todo las mayorías que viven bajo el sistema capitalista con serias penurias. Es la sobrevivencia humana, mientras otros, muy pocos viven y mueren por hartazgo y avaricia.