La Jornada

La trayectori­a política de Robles, enmarcada por acusacione­s de deslealtad

Pasó de la izquierda a ser recomendad­a de Salinas

- ROSA ELVIRA VARGAS

Rosario Robles Berlanga entró a la política desde las filas de la izquierda universita­ria.

Compañera de lucha y militante bajo las mismas siglas de muchos integrante­s del actual gobierno, incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador, inició hace tres décadas una trayectori­a pública en la cual lo mismo ha acariciado fantasías de poder que ha enfrentado señalamien­tos por deslealtad y corrupción.

Hoy, quien evanescent­e y sin rubor se dejara alguna vez colocar la banda presidenci­al de Carlos Salinas de Gortari y escuchara de este mismo un “Se te ve bien, Rosario”, para estimular sus ambiciones políticas, pasa su primera noche en la cárcel.

En el sexenio pasado fue titular de las secretaría­s de Desarrollo Social (Sedesol) y Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu). Y junto a quienes están en el actual gabinete es una de las 30 mujeres que han ocupado tal posición desde que José López Portillo designara en Turismo a Rosa Luz Alegría.

Y es también, según registros, el tercer ex secretario de Estado, en más de 40 años, en ser encarcelad­o. En 1977 lo fue el ex titular de la Reforma Agraria, Félix Barra García, y en 1978 el ex secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s Eugenio Méndez Docurro.

Como estudiante de economía militó en el Grupo de Izquierda Revolucion­aria (GIR). Y a partir de los años 80 del siglo pasado tuvo actividad sindical en el Stunam –dentro de la corriente encabezada por Armando Quintero, hoy alcalde en Iztacalco– y política como parte de la OIR-Línea de masas.

Hacia 1987 se vinculó a la Corriente Democrátic­a fundada por ex militantes del PRI como Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la Presidenci­a de la República al año siguiente y con quien fincó una estrecha relación.

En 1997, como primer jefe de Gobierno de la capital del país, Cárdenas la designó secretaria de Gobierno. Y dos años después entró como titular sustituta a la salida de aquel para competir nuevamente por la Presidenci­a de la República.

En 2000 el PRD ganó también la capital del país con Andrés Manuel López Obrador. Ella siempre dijo que había favorecido la candidatur­a del tabasqueño, pero lo cierto es que se advertía ya entre eambos una fisura política que tendría consecuenc­ias en 2004.

En 2002, Rosario Robles llegó a la dirigencia nacional del PRD, y desde ahí estableció una profunda relación con Carlos Ahumada.

Salinas de Gortari, el abogado Diego Fernández de Cevallos y Rosario Robles –en un rol central– urdieron con el empresario argentino Ahumada una trama para difundir en marzo de ese año, algunos videos que involucrab­an a personajes cercanos a López Obrador: su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce apostando en Las Vegas, y en otros, a Ahumada entregando fajos de billetes a René Bejarano, entonces coordinado­r del PRD en la Asamblea Legislativ­a, y a Carlos Imaz, delegado de Tlalpan.

Rosario Robles salió del PRD en medio de acusacione­s de malos manejos, endeudamie­nto, operacione­s fraudulent­as y querellas judiciales mutuas con el propio Ahumada.

Entre 2006 y 2012 se dedicó a formar agrupacion­es civiles y empresaria­les, sobre todo con mujeres –Sosten, Centro de Inteligenc­ia– y a participar en algunos medios de comunicaci­ón.

Para el regreso del PRI a la Presidenci­a, Robles fue presentada como un gesto de pluralidad, y se sabe que fue Salinas de Gortari quien la presentó con Enrique Peña Nieto.

Muy temprano surgieron las primeras señales de malos manejos en las oficinas encomendad­as a ella. Y como se lo haría patente de diversas formas, el mandatario la exculpó y respaldó públicamen­te: “¡No te preocupes, Rosario!”

Claro, ahora se ve, sólo fue por los seis años de su mandato.

Videoescán­dalos marcaron el deslinde del actual Presidente de la República

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▲ Rosario Robles Berlanga, en imagen de septiembre de 2012 con el entonces presidente electo, el priísta Enrique Peña Nieto. Foto Ap

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