La Jornada

De boxeadores mexicanos y se debe aprovechar:

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Mientras llega el sábado, vive bajo el estrés de la dieta para dar el peso, la sed aguda que le provoca sueños en los que se hidrata con abundantes chorros de agua.

“Ahora sólo estoy con ansiedad por la sed, sueño que bebo litros y litros de agua, pero despierto y pues todavía no puedo rehidratar­me así. Es duro”, cuenta; “hay que sacrificar para dar el peso, así que vivo con ese estrés los días previos antes del pesaje”.

Vaquero no ha cumplido ni un año como campeón del mundo, desde que derrotó al ghanés Isaac Dogboe en diciembre de 2018 y lo noqueó en la revancha en mayo de este 2019. En ese breve lapso, Navarrete ha conseguido consolidar­se para que este sábado sea el protagonis­ta de la pelea estelar en el estadio Banc of California, en Los Ángeles.

La realidad del campeón, sin embargo, no es como muchos suponen. Las cifras exorbitant­es pertenecen a otras categorías –aclara Navarrete–; aunque no se queja de lo que gana ahora, está muy lejos todavía de los salarios de la élite.

“No me quita el sueño ser popular”, aclara, “pero en este negocio la fama se traduce en mejores bolsas y a pesar de que soy campeón todavía estoy lejos de las grandes sumas”.

El manejo de las carreras deportivas a veces semeja la dirección de una industria, con estrategia­s bien diseñadas de mercadotec­nia para promover a los atletas y generar ganancias abundantes. En la trayectori­a del Vaquero no existe esa forma de trabajo.

Un recurso para cotizar mejor en el boxeo -explica- sería buscar unificar su título, pelear contra campeones de otros organismos. Pero esa salida tampoco es fácil.

“Todo boxeador que llega a ser campeón quisiera defender ante los mejores y después buscar a otros campeones”, plantea; “pero es muy complicado porque muchas veces los otros monarcas no quieren, o piden demasiado dinero, o sus empresas no quieren arriesgar y bloquean toda posibilida­d de un acuerdo. Ya no es como antes, donde el que sentía que era el mejor buscaba a otro como él para definir quién dominaba una división. Los intereses del negocio impiden esas peleas”.

Navarrete no conoce mucho de su rival del sábado, pero después de que confirmó con un segundo combate ante Isaac Dogboe, ya nadie tiene dudas de su valor como campeón. Esa certeza dice que lo presiona, como un compromiso que ahora debe demostrar en cada actuación, satisfacer a los aficionado­s que pagan por ver sus peleas.

“En este momento como de boom que provocaron Canelo y Andy, muchos paisanos van muy orgullosos a ver a uno de los suyos dando lo mejor de sí, pero también atrae a los estadunide­nses que saben que cuando dos mexicanos nos enfrentamo­s hay garantía del boxeo más sincero. Yo no tengo más compromiso que demostrar que tienen razón”, concluye.

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