Una voz para el cine
El estudio de Lola Beltrán
LOLA HIZO DUETO histriónico y vocal con la gran Lucha Villa en el largometraje de 1964 México de mis amores (Dos mexicanas en México), de Miguel M. Delgado, donde ellas cantan en escenario teatral, automóvil convertible y donde sea, compartiendo con muchos artistas invitados (Javier Solís, Mauricio Garcés, Luis Aguilar, El Gordo Alvarado…) y el coestelar esencial de Julio Aldama en el papel de taxista pocas pulgas. Como comedia es mediana, pero
En 1984 condujo su propio programa de variedades llamado
FUE LA FIRME dueña de cantina Carmen en el drama de fogonazos letales El revólver sangriento (Miguel M. Delgado, 1964), donde sobraban voces para la cantada con Cuco Sánchez, Antonio Aguilar, Irma Dorantes, Juan Mendoza El Tariácuri y Manuel Capetillo. En Duelo en el Dorado (René Cardona, 1969), era la protectora maternal Mónica, compartiendo estelares con Luis Aguilar, Emilio Indio Fernández, Lola Beltrán, Germán Valdés Tin Tan, Eleazar García Chelelo, Roberto Cañedo, Lupita Ferrer Lilia Prado y Cuco Sánchez. Muchos otros largometrajes sobrevivieron a sus endebles argumentos gracias a su baraja musical, como en la cinta Pueblo quieto (Ramón Peón, 1955), donde Lola, Antonio Aguilar y Verónica Loyo reparten canciones.
ES MUY DISTINTO el caso de la comedia Tirando a gol (Ícaro Cisneros, 1980), donde la Beltrán es Flor, quien con matraca y sombrero de charro es una entusiasta porrista de las Chivas y se encara con Felipe (David Reynoso), aficionado azulcrema. Los hijos juegan en los equipos del clásico y ellos dirigen a seguidores en pleitos que casi acaban en altercados, de no ser porque los separa la grada. Porristas y familiares de ambos equipos se unen en favor de la Selección Nacional, lo que también abre el camino para que Flor y Felipe comiencen romance y para que ella tenga cantada con mariachi durante una cena con todo y seleccionados.
DE OTRO NIVEL fueron las exigencias de actuación que tuvo para el largometraje Padre nuestro que estás en la Tierra (Julio Aldama, 1971). Lola interpreta a la señorita Matilde, quien cuida los intereses de la familia Ruiseco. Sufre humillaciones al ser pariente no reconocida. Nadie se acuerda de su cumpleaños, salvo su eterno enamorado, el enano Juanito Rivas (Rafael Muñoz Santanón). Deprimida y con copas de más, pasa la noche con Juanito. De ese encuentro nace Jorge (Manuel López Ochoa), quien crece con su padre y se hace portero de la selección universitaria. Matilde hereda la fortuna, pero no tiene a su hijo con ella, rencontrarlo se vuelve su objetivo y obsesión. El papel es difícil (si bien la cinta es irregular) y Lola se muestra en una etapa de madurez, alcanzando buen desarrollo como actriz.