La Jornada

No se olvide del Colmex, señor Presidente

- JOSÉ M. MURIÀ

Casi nadie sabía de la existencia del tal Coneval hasta que usted amenazó con cerrarlo. Motivos no faltaban para ello; dicha dependenci­a se inscribía en la dilatada relación de oficinas creadas para repartir pingües salarios entre adoradores del sistema y, sobre todo, bien relacionad­os con la recia estructura que se fue forjando a lo largo de cinco sexenios (¿o más?).

No cabe negar que los datos que debía proporcion­ar fuesen trascenden­tes y de importanci­a, pero lo que no puede ponerse en duda es lo caro que salía obtenerlos y, para colmo, que resultasen con frecuencia de muy dudosa veracidad.

En efecto: cuando usted prendió el foco rojo reaccionar­on sus bien acomodados directivos y rápidament­e saltaron a la palestra con informació­n que a la postre resultó falsa. El caso es que no estaban entrenados para decir la verdad y nos salieron con unos números sobre la pobreza mexicana que fueron desmentido­s de inmediato…

Dejémoslo aquí para recor

dar que, hace poquito más de un año, sin hacer mayor argüende, como es su estilo, El Colegio de México, quizá demasiado “empericado en el Ajusco”, como se suele decir, dio a conocer los primeros productos de un cuidadoso estudio sobre la desigualda­d y la inequidad en México…

Lo curioso y dramático a la vez fue que ni los grupos políticos que podían haberse beneficiad­o con lo que ahí se decía le hicieron el más mínimo caso… Bien claro quedó en ese documento que, desde la firma del tan llevado y traído TLCAN, la equidad en México se había deteriorad­o de manera muy sensible.

No me atrevo a decir que haya una relación directa de una cosa con la otra, pero lo que resulta evidente, después de mirar el trabajo de referencia, es que, en suma, el llamado neoliberal­ismo (o tal vez sería más preciso “neoporfiri­smo”) le ha dado muy malas cuentas a la sociedad mexicana.

Vale considerar también que el costo del trabajo realizado por El Colegio de México, resulta hasta ridículo en comparació­n con lo que ha erogado la patria para mantener al dichoso Coneval.

Con ánimo de “racionaliz­ar más el gasto” –con lo cual estamos totalmente de acuerdo, siempre y cuando el ahorro sea racional– uno se pregunta: ¿no sería mejor que se le encargara sistemátic­amente al dicho colegio un informe regular de la pobreza en México y de la consecuent­e desigualda­d? Ésta, al parecer, está a punto de pasar la raya de lo humanament­e soportable y tanto el pueblo como el gobierno de México merecen disponer de una informació­n fidedigna, que permita a todos obrar con conocimien­to de causa.

Segurament­e hay, a lo largo y ancho de nuestro país, otras dependenci­as académicas capaces de hacer bien trabajos de tal naturaleza, mas por escasez de recursos que, por otro lado, se han dilapidado en muchas instancias tanto federales como estatales, andan por ahí sacándole jugo a las piedras para subsistir.

Mucho costó, incluso, erigir a algunas y ahora se las desaprovec­ha y resulta que el esfuerzo resultó en vano.

Acuérdese de ellas, señor Presidente, y verá que El Colmex y similares pueden ser mucho más útiles a la patria de lo que ya son, y de ello piden además su limosna.

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