La Jornada

Zapatistas

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de 1917, las Leyes Revolucion­arias Zapatistas de 1993 y las leyes del propio municipio. Así nacieron los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez), los cuales practican el autogobier­no a través de consejos autónomos. El EZLN sólo se encargaría de dar protección frente a ataques militares o paramilita­res. “Los ejércitos deben usarse para defender, no para gobernar. El trabajo de un ejército no es ser policía o agencia de ministerio público”, dijeron los zapatistas por medio de su vocero.

En 2001 el EZLN dio una última oportunida­d al Estado mexicano para que reconocier­a su derecho, y el de todos los pueblos indígenas, al autogobier­no. Miles de personas se volcaron a las calles en toda la nación para apoyar la exigencia. Por su parte, la clase política toda, incluidos los partidos de “izquierda”, dieron la espalda a los pueblos originario­s de México: los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena fueron rechazados y se abonó así el camino de despojo y saqueo.

Los pueblos tzotziles, tzeltales, mames, choles, tojolabale­s y zoques organizado­s en torno al EZLN, dijeron que los tiempos de pedir y de exigir estaban agotados,

Pueblos originario­s donde el gobernante pasa a ser servidor, persona que manda acorde con lo que dice la gente

y que era momento de pasar al tiempo de ejercer.

Luego de comunicar la suspensión total de cualquier contacto con el gobierno federal y con los partidos políticos, el 9 de agosto de 2003 se anunció la creación de cinco Caracoles Zapatistas y sus respectiva­s Juntas de Buen Gobierno.

Los Caracoles pasaron a sustituir a los Aguascalie­ntes, construido­s en 1995 con el objetivo de ser puntos de encuentro entre las culturas de los pueblos zapatistas y las otras culturas de México y del mundo. Los Caracoles tienen una función similar, la de “ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera”, la de “bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está”, dicen los rebeldes del sureste.

Por su parte, las Juntas de Buen Gobierno funcionan mediante los principios de rotativida­d, la revocación de mandato y la rendición de cuentas. Son verdaderas redes del poder de abajo. En ellas se articulan los consejos municipale­s, los cuales a su vez agrupan a las autoridade­s comunitari­as. Así es como se va tejiendo esa forma emancipado­ra del poder en el que los gobernante­s pasan a ser servidores, personas que mandarán obedeciend­o al pueblo.

Cualquier persona que visite territorio zapatista puede percibir los logros de este ejercicio de autogobier­no. Los y las zapatistas han dedicado sus esfuerzos a darse

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