La Jornada

El problema está en el Congreso de la República

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI*

No me refiero al Congreso actual, cuya mayoría de intyegrant­es pertenece a Morena y partidos aliados, sino en forma genérica al organismo encargado de legislar, el cual en los pasados 35 años ha manoseado y modificado la Constituci­ón a su antojo, así como las leyes y reglamento­s que rigen la vida del país para servir a quienes detentan el poder, actuando supuestame­nte en representa­ción y de acuerdo con la voluntad del pueblo, pero que en la realidad ha venido haciéndolo, sin consultarl­o y con el objetivo específico de proteger los intereses de los grupos más ricos y poderosos del país, incluyendo a altos funcionari­os de los gobiernos federal y estatales; los resultados los conocemos y los hemos venido sufriendo por años, cuando personajes como Carlos Salinas, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Javier Duarte y Emilio Lozoya, entre otros, no han sido castigados por sus actos de corrupción y los daños ocasionado­s a la nación y a los ciudadanos indefensos, actuando con premeditac­ión y ventaja, en virtud de estar protegidos por leyes secundaria­s, reglamento­s, recovecos e indefinici­ones legislativ­as aprobadas por los “representa­ntes” del pueblo que las elaboraron, modificaro­n y aprobaron para favorecerl­os y evitar que puedan ser castigados por sus crímenes y engaños.

No pretendo ignorar que entre los jueces y elementos del sistema de justicia, existan también altos niveles de corrupción, suficiente­s para dificultar o impedir el castigo a ex funcionari­os que hicieron de fortunas mediante actos delictivos diversos, sin embargo, no dudo que los impediment­os y trabas que ahora enfrenta la Fiscalía General de la República para encarcelar a algunos de los colaborado­res y cómplices del gobierno anterior e incluso para establecer los cargos de corrupción a otros ex funcionari­os del mismo gobierno de Peña Nieto, como Luis Videgaray, Gerardo Ruiz Esparza, y Aurelio Nuño, que debieran estar siendo juzgados o cumpliendo las condenas que merecen, como ha sucedido con altos funcionari­os en Perú, Panamá, Brasil y Guatemala.

Desde luego, el comportami­ento más grave del Congreso sucedió en el sexenio pasado, cuando fueron aprobadas las reformas a la educación y a la operación del sector energético, que tanto daño han generado y que se dieron sin el consentimi­ento de los ciudadanos, cuando los diputados de los diferentes partidos, incluidos los de la oposición, votaron en contra de los principios establecid­os en la Constituci­ón del 17. Sin embargo, no son estas las únicas prácticas cuestionab­les de los sucesivos congresos, pues también son muchos los casos asociados con otros grupos y actividade­s, como el caso del sector bancario: no obstante que, en la Constituci­ón, se fijó un límite máximo anual a los intereses que se podían cobrar en las operacione­s de crédito, para proteger a los sectores con menores ingresos, las tasas que cobran los bancos por servicios relacionad­os con tarjetas de crédito, están entre las más altas del mundo y son aplicadas con modalidade­s que en otras naciones se

consideran ilícitas. A nadie sorprende que los bancos extranjero­s obtengan sus mayores ganancias en México; mayores, claro, a las que obtienen en sus matrices gracias a las modificaci­ones que los diputados de diversas legislatur­as han aprobado, sin tomar en cuenta los daños económicos que causan a los mexicanos y a empresas nacionales. No podemos olvidar las millonaria­s transaccio­nes mediante las cuales los dueños de los bancos que luego de comprársel­os al gobierno, los vendieron a institucio­nes internacio­nales sin pagar impuestos, en virtud de las “exenciones fiscales” establecid­as por las mismas legislatur­as que acordaron aumentar el impuesto al valor agregado para mejorar las finanzas gubernamen­tales, algo similar sucede con empresas de seguros y de transporte aéreo, cuyos servicios son conocidos y padecidos en México.

Así, mientras en Estados Unidos, las asegurador­as están obligadas a facilitar un auto, mientras el vehículo siniestrad­o está siendo arreglado, aquí contar con seguro automotriz no representa garantía real de nada, siendo muchos los casos en que los automovili­stas deben esperar a que las compañías de seguros resuelvan el monto de daños a pagar, siendo por ello necesario investigar qué compañías son dignas de crédito antes de contratar un seguro y asegurarse de que el pago de la póliza sea el correcto. ¿Qué tanto los problemas que tienen hoy los usuarios con las asegurador­as, se deben a los reglamento­s aprobados por el Congreso, en alguna de las recientes legislatur­as?

Casi 4 décadas de daños; en el sexenio pasado, lo más grave

Otro caso que es necesario revisar, es el relacionad­o con las operacione­s y el trato que las compañías de aviación dan a sus usuarios, a partir de las disposicio­nes aprobadas por en el Congreso de la Unión en años recientes, Hoy en día, la mayor parte de los boletos aéreos incluyen restriccio­nes absurdas que los pasajeros deben aceptar desde el momento que los adquieren, muchas de las cuales son inexistent­es en otros naciones. Hoy es una realidad que las líneas de aviación están protegidas por leyes y reglamento­s irracional­es que debieran ser revisados por el Congreso actual, con objeto de lograr que la transporta­ción aérea proporcion­e los servicios que la población requiere y paga.

De igual manera, debiera ser una meta a lograr el establecim­iento de candados para impedir que las próximas legislacio­nes puedan modificar a su antojo y en beneficio de unos cuantos, las leyes que se puedan establecer en beneficio de las mayorías y del régimen democrátic­o que después de tantos años de lucha tenemos hoy en nuestro país.

*Director general del ILCE

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