A 78 años del asesinato de Trotsky
En los tres cuartos de siglo transcurridos desde el asesinato de León Trotsky el capitalismo, la burguesía, la clase obrera y las relaciones de fuerza entre las grandes potencias sufrieron grandes cambios
En efecto, dos trágicas predicciones de Trostky se cumplieron: la Unión Soviética retornó al capitalismo porque Stalin asesinó a la generación que había dirigido la revolución bolchevique y liquidó al partido comunista ruso y a la llamada IIIª Internacional y en la posguerra el capital derrotó a los trabajadores mediante la desocupación resultante del traslado de las fábricas a los países con bajo costo de la mano de obra. Eso obliga a volver a pensar en torno a cuáles problemas fundamentales pueden reorganizarse en el campo de los explotados y cuáles son sus características y objetivos.
Por su parte, el mercado capitalista mundial se unificó como nunca antes con la transformación en capitalistas de la Unión Soviética y de las naciones de Europa Oriental, China y Vietnam. Al mismo tiempo, desaparecieron las grandes potencias colonialistas, que se transformaron en competidores comerciales de Estados Unidos(y en sus vasallos político-militares) y, simultáneamente, surgió la oposición frontal entre Pekín y Washington que agrava la catástrofe ecológica y amenaza con hundir al planeta en una nueva guerra mundial aún más destructiva y mortífera que las anteriores.
Los trabajadores están hoy muy fragmentados por los respectivos nacionalismos excluyentes y también muy debilitados por la cuasi desaparición de sus sindicatos burocratizados y reformistas y, sobre todo, por la precariedad de sus empleos y las transformaciones tecnológicas que buscan ahorrar mano de obra, destruir los saberes obreros y aumentar la intensidad del trabajo y de la explotación capitalista. En estas condiciones ¿qué sigue siendo válido en las ideas principales del heredero político y teórico de Lenin, asesinado junto con su partido?
En primer lugar, su confianza en la inteligencia, creatividad y capacidad de aprendizaje a saltos de la humanidad y, en particular, de los oprimidos y su lucha intransigente contra el burocratismo, así como el rechazo del determinismo y la lucha permanente por elevar el nivel político de los oprimidos y organizarlos. Además, su conciencia de que el mundo es una unidad internacional de diversidades locales en constante interacción y no un rompecabezas formado por piezas fijas e inertes, pues esta visión dinámica del mundo como totalidad y proceso abre horizontes y permite comprender que lo que sucede en otro frente de combate nos atañe directamente y que o nos salvamos todos o to
La necesidad de respetar la ética y luchar por la verdad siguen vigentes y la solidaridad vive en el barrio y la fábrica
Igualmente, contra los purismos y los dogmatismos sectarios, invitaba a apoyar a quienes en el campo del nacionalismo socialista o del democraticismo radical enfrentaban, como Lázaro Cárdenas, al imperialismo, pero sin confundir las banderas y manteniendo una vigilancia crítica y la independencia organizativa de los revolucionarios, porque su criterio fundamental era qué puede ayudar más a la educación de los trabajadores por su propia experiencia y a superar momentos transitorios en la creación de su independencia de clase frente a los líderes y las instituciones.
La necesidad de respetar siempre la ética y luchar por la verdad son dos de sus enseñanzas fundamentales a las que agregaba la conciencia de que la solidaridad tiene, en efecto, una base material en la vieja convivencia en el barrio y en la fábrica y en las experiencias comunes –que tiende hoy a desaparecer en los países industrializados– pero también posee profundas raíces precapitalistas anteriores en el viejo mundo campesino y ex colonial que constituye aún la gran mayoría de la humanidad y esa solidaridad puede ser reanimada y ampliada desde los medios revolucionarios urbanos. Por eso Trotsky aún lucha y vive.
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