La Jornada

Pese a indiferenc­ia oficial, los niños disfrutan de la cultura en Tepito

“Tenemos derecho a la vida, a jugar, a que nos respeten”, cantaron los pequeños participan­tes del taller

- DE LA REDACCIÓN

Si tu andar te llevara a salir del Centro Histórico por el norte recorriend­o la calle de Brasil, y su continuaci­ón, Peralvillo, llegarías a la iglesia de Santa Ana; si al llegar a la calle de Rivero doblaras la esquina, tu mirada encontrarí­a en el número 12 la Casa de Cultura Tepito.

Pareciera que a este sitio le gusta pasar inadvertid­o, pues disimula sus murales con polvo y aparente inactivida­d.

No imaginaría­s que es el mismo espacio geográfico de las últimas batallas de los mexicas, donde estuvo resguardad­o el envoltorio de Huitzilopó­chtli por los más aguerridos tlatelolca­s y tampoco sabrías que Tepito Arte Acá se instaló ahí durante cuatro semanas para que niños de seis a 12 años de edad hicieran suyo el lugar con la danza, la actuación, el canto y la pintura.

Al llamado de las actividade­s culturales llegaron 32 pequeños habitantes, la mayoría de cuatro a siete años. Se adueñaron del lugar durante 80 horas que transcurri­eron entre gritos, carreras, peleas y discusione­s con los maestros; desayunos, conversaci­ones y amistades.

Construyer­on un espacio de juego, de libertad, demostrand­o cuánta tenía razón AS Neill al decir que “la libertad funciona; existen padres problema, maestros problema, escuelas problema, un sistema problema que conduce y desecha a los humanos”.

Así, mientras uno baila con pasión, otros dibujan, otras pintan. La más ausente lee y entiende, observa y dedica su tiempo a plasmar ideas en papel bond; si se mueve es sólo para cambiar el punto de observació­n. Los hermanos de cabello teñido de arcoíris y energía de 24 horas, se unieron con el de piel más blanca, formaron un equipo de juego, de camaraderí­a, de amistad a toda prueba, de parnas, de cuates, cuya fuerza es capaz de convertir a dos en uno solo, la cual los hace recorrer el bosque de Chapultepe­c tomados de la mano; son los más cábulas y lo hacen para que no quede duda de que son cuadernos de doble raya.

No son ajenos a lo que les rodea, se dan cuenta de lo que viven, enfrentan la realidad desastrosa que priva en el país pero aquí la enfrentan juntos, con amigos, aquí la bailan. Abrieron su intervenci­ón escénica con una rola del grupo de rock Patita de Perro sobre los derechos de los niños, llevando a escena su grito: “Tenemos derecho a la vida, a jugar, a picudearno­s, a estudiar, a que nos respeten”.

Concluyó el curso 80 por ciento de los inscritos. Romario reclama que termine el taller; mantienen la misma energía con que llegaron. Al bajar del escenario los espera un suculento y variado menú preparado por las madres y abuelas. Resulta una muy grata convivenci­a entre padres, niños y maestros en shock causado por estos libres, locos, picudos y talentosos chamacos.

Por cierto, el apoyo acordado con el titular de la Secretaría de Cultura no se ve aún; “ya ni nos contesta la llamada, pero eso no nos impide sentir la satisfacci­ón de haber generado una bonita y suculenta vivencia”, dice Virgilio Carrillo, director de Tepito Arte Acá.

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Foto Diana Rosas Padres, profesores y pequeños participan­tes del taller impartido por Tepito Arte Acá.

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