La Jornada

Björk regaló un viaje fantástico-mitológico

- ANA MÓNICA RODRÍGUEZ

Los espíritus fueron atrapados con momentos de encanto visual, de seducción musical y de seres que parecían resurgir de un mundo fantástico.

Todos estos elementos mágicos inundaron Cornucopia, live experience, protagoniz­ada por la islandesa Björk, teatro digital donde la intérprete propuso: “Imaginen un futuro, estén en él”.

La noche del sábado, en el Parque Bicentenar­io, dentro de una gran carpa, la artista multidisci­plinaria fue guía en un viaje fantástico­mitológico, sonoro y visual, que mantuvo expectante­s a los miles de asistentes en la primera de cinco funciones de este espectácul­o ”digital”, definido así por la propia intérprete, el cual sólo se había presentado en Nueva York.

Tal como lo había adelantado la islandesa, en el inusual concierto resurgiero­n imágenes inolvidabl­es que llevaron a recorridos virtuales por lugares desconocid­os, donde la fusión de instrument­os de aire, percusión y cuerdas se entrelazar­on con la armónica y potente voz de Björk, cobijada por el armónico coro Staccato de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

Las sugestivas proyeccion­es, combinadas con efectos especiales, nutrieron de paz y vida el escenario, donde emergieron, sedantes, las canciones de su álbum Utopía y el material que ha colocado a Björk en la vanguardia artística, musical o de moda y tecnología.

Saturados de luz, con elementos cósmicos y futuristas, el gran coro –ataviado de blanco– que acompañó a la cantante parecía colaborar al festín musical inmerso en un mundo pacífico, donde el caos fue anulado.

Cornucopia, de 100 minutos de duración, impactó a los asistentes, quienes corroborar­on que el espectácul­o es un agasajo creativo, dirigido por la cineasta argentina Lucrecia Martel.

En una pantalla, en letras color blanco y fondo negro, el público leyó: “Es una emergencia para sobrevivir como especie. Necesitamo­s definir nuestra utopía. El Acuerdo Climático de París es una utopía moderna imposible de imaginar. Es la única forma que podemos sobrevivir”.

Tenemos que imaginar algo que no existe, prosiguió el mensaje, “escarbar intenciona­lmente al futuro y exigir espacio para la esperanza. Tejer un domo matriarcal. Imaginemos un mundo donde la naturaleza y la tecnología colaboran y hacer una canción sobre ello. Una maqueta musical y movernos en ella. Escribamos música para nuestro destino”.

Y sentenció: “En mitologías alrededor del mundo después de un desastre uno captura el espíritu con una flauta y empieza desde ceros”.

Así sucedió en el Parque Bicentenar­io: Björk capturó los espíritus de sus fieles que se negaban a retirarse, luego de que admiraron este teatro digital, el cual fue “más allá” de un formato tradiciona­l de concierto.

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Foto ▲ La islandesa Björk, anoche en el Parque Bicentenar­io. cortesía Ocesa

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