El nuevo grito de Dolores
Para los que deseamos la Cuarta Trasformación, la noche del próximo 15 de septiembre tendrá un significado especial, porque es una celebración en la que exaltamos los valores más significativos de nuestra identidad. La bandera, el himno nacional, la música folklórica y los platillos tradicionales los conjugaremos con nuestros héroes y con la vocación de libertad y de justicia.
El próximo grito lo viviremos con la nación agraviada y empobrecida por un régimen neoliberal de traidores, vendepatrias y corruptos, pero ese festejo también nos unirá a los que deseamos trasformar a México en un país más justo, más igualitario y más soberano.
Los habitantes de la ciudad de México acudiremos puntuales al Zócalo, como lo harán otros compatriotas en las plazas de armas de toda la nación. Porque esa ceremonia es símbolo de nuestras luchas libertarias, de las aspiraciones, afanes, derrotas y victorias que constituyen nuestra historia.
Vivimos momentos de recuperación de la ideología liberal y de los paradigmas de la justicia social, también momentos de trasformación política y de resistir una intensa reacción de la oligarquía mexicana.
Es por lo que; en este primer grito del nuevo régimen, debemos tener presente la célebre frase de Vicente Guerrero; “tu voz padre para mí es sagrada, más la voz de mi patria es lo primero”. Tengo la impresión de que López Obrador es más pueblerino que citadino. Y por supuesto, decir que es pueblerino no es peyorativo, sino una descripción de quien ha aprendido y fortalecido sus convicciones en el México profundo. Se ha pasado 18 años y más de gira por todos los municipios del país conversando y retomando las demandas de millones de personas que viven pobreza y marginación. Y por ello, quizá, se ha impregnado de la cultura popular, donde con frecuencia los valores son fincados en la moral más que en la ética. Creo que lo que tenemos que agradecerle es la lucha indeclinable por la justicia social y la democracia. Lo de las libertades no lo tiene bien cocinado y como concierne más al ámbito de lo individual nos toca a nosotros, las y los ciudadanos. Ejemplo claro de ello es La Cartilla Moral, que posiblemente fue una buena propuesta hace algunas décadas, pero que hoy es insuficiente. Digamos que es medianamente obsoleta. AMLO puede proponerla como su opción, pero sectores muy importantes de la sociedad demandamos reflexiones que van más allá, pues las divisas de nuestro tiempo son más por el lado de la ética y la laicidad. Recordemos que la moral viene de moris que significa costumbre, y no hay una, sino muchas costumbres y morales que se basan, ciertamente, en principios y valores. Mientras que la ética, que también se basa en principios y valores, contiene un elemento de la modernidad: que toma en cuenta las circunstancias y por tanto no es solo un valor sino una condición para valorar y decidir. Por ello, las y los ciudadanos tenemos la tarea, como individuos y colectividad, de ir por todo, por nuestro derecho a decidir sobre bases éticas y laicas.