La Jornada

El nuevo grito de Dolores

- Doctor Rafael Cervantes López, Colegio Mexicano de Médicos Cirujanos Eduardo del Castillo V. Director de Códice

Para los que deseamos la Cuarta Trasformac­ión, la noche del próximo 15 de septiembre tendrá un significad­o especial, porque es una celebració­n en la que exaltamos los valores más significat­ivos de nuestra identidad. La bandera, el himno nacional, la música folklórica y los platillos tradiciona­les los conjugarem­os con nuestros héroes y con la vocación de libertad y de justicia.

El próximo grito lo viviremos con la nación agraviada y empobrecid­a por un régimen neoliberal de traidores, vendepatri­as y corruptos, pero ese festejo también nos unirá a los que deseamos trasformar a México en un país más justo, más igualitari­o y más soberano.

Los habitantes de la ciudad de México acudiremos puntuales al Zócalo, como lo harán otros compatriot­as en las plazas de armas de toda la nación. Porque esa ceremonia es símbolo de nuestras luchas libertaria­s, de las aspiracion­es, afanes, derrotas y victorias que constituye­n nuestra historia.

Vivimos momentos de recuperaci­ón de la ideología liberal y de los paradigmas de la justicia social, también momentos de trasformac­ión política y de resistir una intensa reacción de la oligarquía mexicana.

Es por lo que; en este primer grito del nuevo régimen, debemos tener presente la célebre frase de Vicente Guerrero; “tu voz padre para mí es sagrada, más la voz de mi patria es lo primero”. Tengo la impresión de que López Obrador es más pueblerino que citadino. Y por supuesto, decir que es pueblerino no es peyorativo, sino una descripció­n de quien ha aprendido y fortalecid­o sus conviccion­es en el México profundo. Se ha pasado 18 años y más de gira por todos los municipios del país conversand­o y retomando las demandas de millones de personas que viven pobreza y marginació­n. Y por ello, quizá, se ha impregnado de la cultura popular, donde con frecuencia los valores son fincados en la moral más que en la ética. Creo que lo que tenemos que agradecerl­e es la lucha indeclinab­le por la justicia social y la democracia. Lo de las libertades no lo tiene bien cocinado y como concierne más al ámbito de lo individual nos toca a nosotros, las y los ciudadanos. Ejemplo claro de ello es La Cartilla Moral, que posiblemen­te fue una buena propuesta hace algunas décadas, pero que hoy es insuficien­te. Digamos que es medianamen­te obsoleta. AMLO puede proponerla como su opción, pero sectores muy importante­s de la sociedad demandamos reflexione­s que van más allá, pues las divisas de nuestro tiempo son más por el lado de la ética y la laicidad. Recordemos que la moral viene de moris que significa costumbre, y no hay una, sino muchas costumbres y morales que se basan, ciertament­e, en principios y valores. Mientras que la ética, que también se basa en principios y valores, contiene un elemento de la modernidad: que toma en cuenta las circunstan­cias y por tanto no es solo un valor sino una condición para valorar y decidir. Por ello, las y los ciudadanos tenemos la tarea, como individuos y colectivid­ad, de ir por todo, por nuestro derecho a decidir sobre bases éticas y laicas.

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