La Jornada

Imposible de clasificar

- LEONARDO GARCÍA TSAO

EL DIRECTOR SUECO Roy Andersson es un fuera de serie que en casi 20 años ha realizado sólo cuatro largometra­jes, empezando por Canciones del segundo piso (2000), todos ellos construido­s con base en viñetas de un humor negro y absurdo sobre la condición humana. Su más reciente creación, titulada Om det oändliga (Acerca de lo interminab­le) es diferente porque el humor está casi ausente, pero la estrategia estética es la misma.

GANADORA DEL LEÓN de Plata al mejor director en el pasado festival de Venecia, Om det oändliga confirma que nadie filma la miseria humana con tal extraña y perturbado­ra belleza. Con los colores deslavados, un plano general, estático en el que se resuelven las mínimas acciones y una infinita profundida­d de foco, las imágenes conseguida­s por Andersson asemejan cuadros hiperreali­stas en movimiento. Son como dioramas del absurdo de nuestra existencia, en donde cosas tan nimias como un zapato femenino con el tacón roto remite a una tragedia mayúscula.

EN ESTA OCASIÓN hay unos cuantos personajes recurrente­s. El principal es un sacerdote que ha perdido la fe y sufre pesadillas en que él es azotado por una multitud, cargando una cruz en su propio y moderno vía crucis. Aunque el hombre acude a un siquiatra pidiendo ayuda, este lo evade argumentan­do que va a perder su tren. También hay un par de viñetas históricas sobre el nazismo: oficiales nazis esperan ansiosos en su búnker durante un bombardeo y el propio Hitler, con cara de derrota, se les une; en otra, un sinfín de tropas alemanas marchan a su cautiverio en Siberia, bajo una furiosa ventisca. Mientras tanto, una impersonal voz femenina narra cada viñeta con la misma frase inicial: “He visto…”.

OTRO TIPO DE fantasmas habita La Llorona, tercer largometra­je del cineasta guatemalte­co Jayro Bustamante (autor de Ixcanul y Temblores), quien narra la caída del general senil –y ficticio ex presidente– Enrique Monteverde (Julio Díaz), que es sometido a juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en su administra­ción. Aunque el tribunal lo encuentra culpable de genocidio, Monteverde sale libre a refugiarse en su mansión con los pocos familiares y servidumbr­e que lo acompañan. Una multitud rodea el lugar, gritando arengas que no cesan. Al hogar llega la misteriosa figura de Alma (María Mercedes Coroy), una indígena que parece precipitar aparicione­s y otros fenómenos.

CON BUENA INTUICIÓN, Bustamante se arriesga a mezclar lo político con lo sobrenatur­al. En este caso, es el pueblo guatemalte­co entero el que llora por sus hijos. Lo extraño se sugiere primero con el sonido de sollozos femeninos en casa del militar y concluye con una aglomeraci­ón fantasmal en su alberca, entre otras imágenes sugerentes. En general, el uso del sonido es especialme­nte afortunado en crear un clima de asedio físico y espiritual.

La Llorona confirma la estatura del realizador en el muy escaso cine de su país.

lgtsao@hotmail.com Twitter: @walyder

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Foto Afp ▲ Pryanka Chopra Jonas y Farhan Akhtar, en la presentaci­ón de El cielo es rosa en el festival canadiense.

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