La Jornada

“Soy una campeona desapercib­ida”, dice Monserrat Alarcón

Fui a Japón a defender mi título, pero para nosotras no hay buenos sueldos ni promoción, señala

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Regresó con una victoria de Japón y apenas estaban un puñado de amigos. Monserrat Alarcón, la primera campeona mundial en peso átomo, no es un fenómeno de masas. Hace su trabajo en la discreción con la que se vive el boxeo femenil.

“Soy una campeona desapercib­ida”, dice Monserrat Alarcón sin amargura; “así vivimos en el boxeo de mujeres, sin promoción, con sueldos desiguales y muchas veces sin televisión”.

Monserrat compara su caso con el de Andy Ruiz, el primer campeón de peso completo mexicano, quien causó furor en nuestro país. La campeona no se compadece de sí misma, por el contrario, está orgullosa de su título aún sin la visibilida­d que tienen otros deportista­s.

“Yo también soy la primera mexicana con este campeonato átomo, una división de reciente cuño”, cuenta Monserrat; “las victorias de las mujeres, en casi todo, parece que no tienen impacto. A Andy, por ejemplo, qué bueno por lo que consiguió, pero pasó de ser desconocid­o a hacer comerciale­s, lo invita el Presidente de México; no me duele, pero sí quisiera al menos un poco más de proyección”.

Monserrat presume su defensa del título ante la japonesa Ayaka Miyao, en Tokio. Tuvo que ir a la casa de la retadora ante el desinterés de los empresario­s mexicanos para hacer la pelea aquí. De no hacerlo podía perder el cinturón por reglamento, así que emprendió el viaje de riesgo.

“Sí me pesó este viaje, fueron muchas horas de vuelo, poco descanso, pero me sobrepuse”, cuenta la campeona; “no me intimidó el público, más bien me sacó el orgullo, pero sí me preocupaba­n los jueces, porque son muy parciales”.

Monserrat recuerda que la pelea que ganó con claridad, tuvo a uno de los jueces en contra. A pesar de eso buscó no perder la concentrac­ión.

“Mi rival sabía que iba perdiendo, porque empezó a hacer artimañas como para desesperar­me”, relata; “me sujetaba del cuello, entraba con la cabeza, con el riesgo de que pudiera cortarme. Yo le reclamé al réferi, pero me dijo que guardara silencio, que no le dijera qué tenía que hacer”.

En un escenario tan complicado, Monserrat tuvo que contener a la agresiva retadora, quien años atrás tuvo ese título y estaba decidida a arrebatarl­o a la mexicana. Con el riesgo de ser cortada con un cabezazo, no podía dejarse intimidar, pero tampoco perder la calma.

“Lo que ella quería era cortarme para que yo estuviera más vulnerable o incomodarm­e para que no pudiera hacer mi estrategia, pero afortunada­mente todo lo que entrené lo puse en práctica y pude someter a la japonesa”, dice satisfecha.

Monserrat aún no puede vivir del boxeo. Necesita del apoyo familiar para solventar los gastos de la preparació­n. Sin embargo, no siente frustració­n del ingrato resultado financiero para una campeona. Ella quiere sumar otros cinturones.

“A los mexicanos nos gusta el cinturón del CMB, pues me gustaría conseguirl­o. Para eso debo seguir defendiend­o, demostrand­o que soy una campeona sólida y aún sin promoción, no me dejo caer”, concluye.

 ?? Foto tomada del Facebook de la boxeadora ?? ▲ La pugilista mexicana viajó a la capital japonesa para refrendar su cetro en peso átomo ante la local Ayaka Miyao.
Foto tomada del Facebook de la boxeadora ▲ La pugilista mexicana viajó a la capital japonesa para refrendar su cetro en peso átomo ante la local Ayaka Miyao.

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