La Jornada

Hoy 12 de octubre

- JOSÉ M. MURIÀ

El día de hoy tiene para los mexicanos significad­os muy diversos, pero en ningún otro lugar tantos como en Jalisco. Mientras usted lee estas líneas, casi un millón de personas participar­án en la llevada de la virgen de Zapopan a su sede original en la población del mismo nombre, cabecera del municipio homónimo, adosado al de Guadalajar­a.

Antes dicha llevada se efectuaba el día de San Francisco, el 4 de octubre, pues franciscan­os son quienes la custodian, pero reditúa tanto cada día de gira que en 1942, para celebrar el cuarto centenario de la capital de Jalisco, se retrasó el regreso al también llamado Día de la Raza.

La pequeña imagen –copia mejorada de la original, que no puede salir por una orden casi tricentena­ria del obispo de Guadalajar­a– habrá pasado la noche en la catedral después de recorrer muchas calles y templos tapatíos, además de hogares que hayan apoquinado lo suficiente para la visita. La intención primigenia, siempre fallida, es evitar inundacion­es y epidemias.

Antes eran más los acompañant­es, que alcanzaron la cifra de 2 millones, pero la creciente insegurida­d le ha ido restando a la feligresía entusiasmo por acudir.

Para los laicos reviste por igual importanci­a este día, pues resulta ser el aniversari­o de la Universida­d de Guadalajar­a, fundada por el gobernador José G. Zuno en tal fecha de 1925. Como tantas otras, esta casa de estudios fue consecuenc­ia de la vocación revolucion­aria de llevar la enseñanza de todos los niveles a la mayor parte de los habitantes. El primer rector fue Enrique Díaz de León, un intelectua­l que emergió de la Revolución.

Pero esta fiesta también ha perdido empuje ante el embate de los españolist­as, que no faltan, en favor de la idea de que nuestra máxima casa de estudios fue, en realidad, fundada en noviembre de 1792, cuando vio la luz una institució­n de corta e inútil vida que ninguna relación tuvo con la universida­d que se creó más de un siglo y cuarto después. Pero el gusto por la prosapia hispana y el pedigrí no se nos quita del todo, al contrario: durante los 30 años de neoporfiri­smo que hemos vivido en México, parece más bien haber cobrado nuevos bríos.

Véanse, si no, las aglomeraci­ones y colas que se hacen para concurrir a la embajada de España y a sus consulados para celebrar lo que se ha convertido en su “día nacional”, precisamen­te un día como hoy.

Antiguamen­te, este día 12 era celebrado con entusiasmo el “descubrimi­ento de América” y el Día de la Raza, que se antojaba motivo de orgullo. Actualment­e, por fortuna, el sabor vasconceli­ano de ese espíritu étnico ya no nos gusta tanto, en especial donde se puja para que los grupos indígenas recuperen dignidad y calidad. Pero también estoy seguro de que el palo que la comisión mexicana, encabezada por Miguel León-Portilla, le dio en su momento a la idea de celebrar el V centenario del descubrimi­ento de América, así como las reacciones enérgicas en contra de dicha idea que emanaron de muchos grupos indigenist­as, dio lugar a que después de 1992 el entusiasmo por “la raza” fuera menguando.

Algo bueno tenía que haber quedado de los esfuerzos que hicimos los miembros de esa comisión.

En fin: si el tal 12 de octubre no ha perdido en Jalisco tanta relevancia como en el resto del país, se debe a que tiene otros significad­os más.

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