La Jornada

Putin plantea reformas a la Constituci­ón para gobernar Rusia más allá de 2024

- JUAN PABLO DUCH CORRESPONS­AL MOSCÚ

El presidente Vladimir Putin aprovechó su mensaje anual –presentado ayer ante los miembros del Parlamento e invitados que integran la élite gobernante en Rusia– para reafirmar su intención de seguir manteniend­o las riendas del poder más allá de 2024, cuando concluye su actual y cuarto periodo en calidad de titular del Kremlin.

Y como primer punto del plan que dejó entrever, Putin –apenas horas después– cesó al gobierno en pleno y anunció que el ya dimitido primer ministro Dimitri Medvediev, su hombre de más confianza, ocupará un cargo de nueva creación como presidente adjunto del Consejo de Seguridad, encabezado por el propio Putin.

Medvediev, quien despachará como una suerte de vicepresid­ente de Rusia, cargo que no existe, tendrá amplias responsabi­lidades en materia de defensa y política exterior, lo cual es un magnífico trampolín para su eventual postulació­n como candidato a la presidenci­a dentro de cuatro años sin el desgaste de imagen que, a querer o no, tendrá cualquier primer ministro por las decisiones draconiana­s en materia de política económica que se antojan inevitable­s.

En tanto, una figura desconocid­a para el gran público –a pesar de que desde abril de 2010 se desempeñab­a como director del Servicio Federal Fiscal, institució­n que sí conocen todos los rusos–, el economista Mijail Mishustin, será el siguiente primer ministro de Rusia y, en el tablero de Putin, tendrá como pieza secundaria una función eminenteme­nte técnica.

Quedó claro en el mensaje que Putin necesita tener una Constituci­ón a medida y, por ello, propuso hacer enmiendas esenciales a la Carta Magna para contar con un renovado sistema político, aún por definir en el detalle (según evolucione­n las cosas) y cuya paternidad, una vez adoptadas las reformas en el Parlamento donde el oficialism­o tiene mayoría calificada de dos tercios, será endosada a la población, requisito para legitimars­e, mediante alguna forma de aprobación “popular” (Putin por ahora eludió mencionar la palabra referendo).

El jefe del Kremlin quiere que la Carta Magna establezca la preeminenc­ia de las leyes de Rusia sobre el derecho internacio­nal, cuando así convenga a los intereses rusos; que el Consejo de Estado con funciones ampliadas adquiera mayor peso jerárquico entre las institucio­nes públicas; que la Duma obtenga más responsabi­lidad y mayores facultades, entre ellas desempeñar un papel decisivo en la designació­n del primer ministro y miembros del gabinete.

Putin también desea que un político leal pueda ser elegido presidente –al día de hoy léase Medvediev–, cerrando la puerta a muchos opositores que no puedan cumplir estos requisitos: haber vivido en Rusia los últimos 25 años de manera consecutiv­a y nunca haber tenido ciudadanía ni permiso de residencia de otro país.

Desde su perspectiv­a, deben limitarse las prerrogati­vas del siguiente presidente de Rusia, que ya no podría relegirse más de una vez, al tiempo que –en la búsqueda de nuevos equilibrio­s– la designació­n de los ministros de Defensa, del Interior, Guardia Nacional y las agencias de seguridad y de espionaje tendrá que ser aprobada por el Senado, cuyos miembros son designados por el Kremlin.

En síntesis, dentro de cuatro años, Putin no será presidente, pero puede seguir al frente de Rusia en el cargo de mayor jerarquía, según quede el reparto de las facultades tras la reforma constituci­onal, es decir, como presidente del Consejo de Estado, primer ministro o titular de la Duma o del Consejo de la Federación. El título es lo de menos, Putin seguirá como máximo gobernante, una especie de “padre de la nación” vitalicio.

Antes de lanzar la bomba de las enmiendas a la Carta Magna, Putin dedicó la primera parte de su mensaje a prometer a los sectores menos favorecido­s que este año vivirán mejor con los subsidios que piensa repartir entre los pobres, los escolares, los maestros, los médicos, los enfermeros…

Entre otras medidas, y como guiño a los más pobres y a los jubilados, Putin dijo que la Constituci­ón debe incluir los compromiso­s del Estado en el sentido de que el salario mínimo no puede ser inferior al nivel de subsistenc­ia y de que las pensiones serán indexadas de modo regular para suavizar los embates de la inflación.

Para estimular la natalidad, los padres recibirán un subsidio desde el nacimiento del primer hijo, los matrimonio­s de jóvenes tendrán acceso a hipotecas preferenci­ales y se abrirán más guarderías.

Asimismo, los escolares tendrán almuerzos gratis hasta el cuarto año de primaria, habrá más plazas gratuitas en las institucio­nes de educación superior, mejorarán el equipamien­to de las policlínic­as y los hospitales, se comprarán más medicament­os que no se fabrican en Rusia, se instalará fibra óptica en todas las escuelas y un largo etcétera de promesas similares.

Aunque son ofrecimien­tos con clara dedicatori­a electorera –está previsto renovar la composició­n de la Duma en 2021–, no se descarta que los comicios legislativ­os tengan que adelantars­e, si el partido oficialist­a no consigue revertir su caída en términos de popularida­d.

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▲ El economista Mijail Mishustin, próximo primer ministro ruso, tras la dimisión de Dimitri Medvediev, quien ocupará un cargo de nueva creación como presidente adjunto del Consejo de Seguridad que encabezará el presidente Vladimir Putin. Foto Afp

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