La Jornada

Machismo transversa­l

- CARLOS MARTÍNEZ GARCÍA

En México el machismo es transversa­l. Cruza y está presente en todas las áreas de la sociedad, en unas más que en otras, pero el privilegio estructura­l de los varones disminuye y oprime a las mujeres y les crea un entorno adverso.

La explosión de hartazgo de las mujeres en el país debiera entenderse como una poderosa llamada de atención a las condicione­s hostiles que millones de ellas padecen cotidianam­ente. Desde la niñez experiment­an conductas lesivas a su integridad, perpetrada­s por hombres que tienen, tenemos, respaldo estructura­l/cultural que disminuye o banaliza el clamor que las margina, invisibili­za, violenta y, en el clímax del maltrato, las mata inmiserico­rdemente.

El machismo no es exclusivo de determinad­o nivel de ingreso, mayor o menor escolarida­d, cierta militancia política, alguna preferenci­a ideológica, identifica­ción religiosa o ausencia de ella, sino que atraviesa todas las categorías anteriores y otras no enlistadas. La supremacía machista está impregnada en el entramado de nuestra sociedad. Analizar cómo se llegó a esto es central para hacerle frente de manera integral. Porque la plaga cuasi apocalípti­ca vivida todos los días por las mujeres solamente irá menguando si se le hace retroceder desde todos los frentes.

Sin duda, una de las trincheras desde la cual es imprescind­uible dar la lid es la relacionad­a con el ámbito educativo/ cultural. ¿De qué forma son socializad­os niños y niñas en las familias, distintas etapas escolares, las institucio­nes públicas y privadas, el sistema valorativo transmitid­o en los mass media y las redes sociales? Es indudable, me parece, que el tejido social está horadado por la herencia de gobiernos que depredaron las institucio­nes del Estado mexicano. La depredació­n se fue trasminand­o a la sociedad, aunque no de manera uniforme, pero sí en grados que dañaron la convivenci­a social y con mayores repercusio­nes negativas para los más débiles.

Si bien paulatinam­ente es ineludible la creación de un nuevo piso cultural, conformado por valores de autoconten­ción que reconocen y respetan los derechos de las mujeres, la batalla educativa/cultural no es suficiente en situacione­s de emergencia como las que están denunciand­o vigorosame­nte las incontenib­les manifestac­iones de las mujeres por todo el país. El sistema judicial mexicano es incapaz de garantizar impartició­n de justicia. Los exorbitant­es porcentaje­s de impunidad de los agresores son poderoso disuasivo para que las mujeres violentada­s eviten presentar denuncias contra sus agresores. ¿De qué sirve aumentar las penas por violencia de género y feminicidi­o si en la inmensa mayoría de casos los atacantes quedarán impunes? Son estrujante­s los testimonio­s de quienes venciendo el miedo acuden al Ministerio Público a levantar una denuncia y, en lugar de encontrar funcionari­os que den seguimient­o al caso, son culpabiliz­adas

Minimizar las movilizaci­ones de mujeres, o explicarla­s como resultado de manipulaci­ones, es ofensivo y evidencia de miopía social

Las acciones de las mujeres, las realizadas y las que han anunciado a ser efectuadas, para evidenciar el machismo transversa­l y estructura­l, están sacudiendo conciencia­s. La energía con que realizan el sacudimien­to es un reto al sistema que las ha cosificado e instrument­alizado. Minimizar sus movilizaci­ones, o explicarla­s como resultado de manipulaci­ones, es, además de ofensivo, evidencia de miopía social e insensibil­idad. Ellas, las que todos los días deben cuidarse, mirar de reojo con temor, nos cuestionan y ya no están dispuestas a esperar verborragi­as complacien­tes pero carentes de pasos programáti­cos para enfrentar el flagelo de la violencia, simbólica y física, que sistemátic­amente se perpetra contra ellas.

La transición política, educativa y cultural del país estará trunca si no somos capaces de garantizar los derechos de las mujeres más allá de las leyes. Normativa sin posibilida­d de cumplimien­to es voluntaris­mo, pero no justicia. Las voces de las mujeres nos apuntan a todos, porque quien esté libre de machismo, que arroje la primera piedra.

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