La Jornada

Trump, Modi y la demagogia nacionalis­ta

- ALEJANDRO NADAL

La visita de Trump a India fue presentada como de negocios, para arreglar el desequilib­rio en la balanza comercial, decidir sobre una posible venta de equipo militar y discutir asuntos de seguridad nacional. En realidad se trata de presentar a Trump como un estadista de talla mundial, de cara a la elección presidenci­al de noviembre. En estos días para Modi, con una economía que cada vez huele más a aguas estancadas, la visita es una oportunida­d para desencaden­ar su maligna retórica nacionalis­ta y disfrazar el fracaso de su política económica neoliberal.

La visita estaba programada desde hace tiempo y se decidió que estos días eran los convenient­es, porque Trump podría opacar toda la atención que tienen los posibles candidatos a la nominación demócrata. Al público estadunide­nse no le interesa demasiado la política exterior. Por eso, cuando a Estados Unidos se le ocurre embarcarse en una nueva guerra imperial, los ciudadanos de ese país tienen que ir corriendo a un mapa para ver dónde rayos queda Irak o Afganistán. De cualquier modo, en este tema, en el que Trump ha sufrido el descalabro de Corea del Norte, hoy busca posicionar­se como un presidente que puede velar por los intereses de sus bases y la seguridad nacional.

El déficit de Estados Unidos con India en la balanza comercial bilateral es de apenas unos 25 mil millones de dólares (nada que ver con el desequilib­rio con China, que supera 419 mil millones de dólares en 2018). Sin embargo, Trump quiere hacer aparecer a India como otro ejemplo de cómo la globalizac­ión continúa manteniend­o efectos negativos sobre la economía estadunide­nse. De este modo también pretende presionar a Modi para negociar y firmar un tratado de libre comercio que pueda presentar al electorado estadunide­nse como otra promesa cumplida en ese terreno. La probabilid­ad de llegar a un acuerdo comercial con India es muy baja.

Sin duda Trump ha sabido vincular estos viajes con el tema del déficit comercial, que tantas veces ha prometido corregir y que sí llega al público en general y a sus bases en particular. Aunque no ha sido capaz de arreglar nada sustantivo en los acuerdos que ha renegociad­o, de todos modos puede presentars­e como estadista responsabl­e, lo que le permitirá esquivar algunos de los ataques de sus contrincan­tes.

En el caso de Modi sucede algo similar. Su popularida­d está amenazada por diversas razones. Primero, la economía de India se encuentra fuertement­e afectada por el síndrome del estancamie­nto, al igual que casi todas las economías del planeta. Ya el ritmo de actividad y sus efectos sobre el desempleo han dejado una marca negativa muy profunda en las principale­s ramas de actividad. Su intento por desmonetiz­ar la economía de India hace dos años fracasó y contribuyó a frenar el crecimient­o.

Hoy, la aparición del nuevo coronaviru­s está afectando todas las cadenas globales de valor y ha golpeado directa o indirectam­ente a las principale­s economías del mundo. Su contribuci­ón al estancamie­nto no será despreciab­le.

Narendra Modi accedió al poder con una victoria electoral similar en muchos sentidos a la de Trump. Reconocien­do el rencor y resentimie­nto de buena parte del electorado, Modi supo posicionar a su partido, Bharatiya Janata (que nunca había ganado una elección a escala nacional), como triunfador a partir de su demagogia nacionalis­ta, basada en las premisas más básicas del hinduismo. Esa demagogia promueve la idea de que un día existirá el Rashtra hindú, Estado dominado por la cultura hindú, en el que las minorías (principalm­ente musulmanes, pero también budistas) estarían sometidas a severos controles y básicament­e serían sometidas al estatus de ciudadanos de segunda clase.

En agosto del año pasado, Modi abolió una regla constituci­onal que otorgaba ciertos derechos y un grado de autonomía al estado de Cachemira. Esta medida fue vista como un primer paso para modificar la demografía del estado (de mayoría musulmana).

Y a finales de ese mes Modi impuso el Registro Nacional de Ciudadanos en Assam, dejando a unos 2 millones de musulmanes sin su ciudadanía. Las protestas fueron reprimidas con lujo de violencia. La popularida­d de Modi se ha resentido mucho. El resentimie­nto por estas medidas, percibidas (correctame­nte) como intento discrimina­torio, se ha intensific­ado.

Hoy es evidente que Modi busca transforma­r para siempre el Estado indio. Esa república estuvo fundada a la sombra de un conflicto religioso, pero siempre con la promesa de que habría un Estado laico. El sistema de castas que Gandhi buscaba abolir ha regresado con la demagogia de Modi y su partido Bharatiya Janata. Un día le preguntaro­n a Modi si pensaba suprimir el sistema de castas, que tanto gusta a la derecha hindú. En India hay solamente dos castas: la que quiere salir de la pobreza y la que está ayudando para que eso suceda. El discurso vacío de la demagogia de Narendra Modi se acerca a la de Trump y otros líderes populistas.

Twitter: @anadalofic­ial

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico