La Jornada

Crematorio­s trabajan a un ritmo “nunca antes visto”

Las despedidas son cortas y sólo 2 personas pueden esperar las cenizas

- JOSEFINA QUINTERO M.

A un día de que concluya la Jornada Nacional de Sana Distancia y comience la nueva normalidad, en los crematorio­s de la Ciudad de México se trabaja a marchas forzadas: en un día, sólo en dos panteones, han sido incinerado­s 50 cuerpos, además de registrars­e cargas de trabajo “nunca antes vistas”.

La pandemia de Covid-19 aceleró el funcionami­ento de los hornos que operan 24 horas en los panteones Dolores y San Nicolás Tolentino, los más grandes de la capital, pero también se realizan cremacione­s en Palo Alto, Cuajimalpa; San Isidro, Azcapotzal­co; Xilotepec, Xochimilco, así como en instalacio­nes privadas.

En un recorrido por algunos se observó que se han abierto fosas adicionale­s en extensione­s de terreno, las cuales son preparadas de “forma preventiva” para evitar la saturación y así aminorar la carga en los hornos.

La recomendac­ión de incinerar a las víctimas mortales por Covid-19 originó la alta demanda de cremacione­s, pero también se pueden inhumar “y estamos preparados para eso”, señaló el jefe de unidad a cargo del panteón Dolores, Víctor Manuel Ávila, quien advirtió que eso ha ocasionado que algunos servicios funerarios abusen de las familias.

Las muertes por coronaviru­s se atienden en coordinaci­ón con el gobierno capitalino; cada deceso está registrado desde el C5 y hay un seguimient­o, se detalla en el reporte del crematorio de San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, y el de Dolores, expuso Ávila, por lo que se programa cada cremación y el personal sigue las medidas de protección para prevenir contagios.

El trabajo, reconocen los operadores de los hornos, depende de la capacidad y funcionali­dad de las máquinas. Han llegado a tener servicios en un día de 20 restos, en el de Dolores, cifra que sube en San Nicolás Tolentino, donde se realizan hasta 30 incineraci­ones y han tenido a los cuatro hornos en funcionami­ento al mismo tiempo.

Un íntimo adiós

Pese a que los procesos han cambiado, el trabajo para cremar o inhumar es el mismo y se realizan para evitar contagios. Al entrar los familiares a los cementerio­s son rociados con desinfecta­nte de la cabeza a los pies. Sólo pueden ir 10, la despedida es corta y se hace en un cuarto previo al ingreso a los incinerado­res, unos cuantos minutos para luego salir. Sólo dos personas esperan las cenizas.

Para el procedimie­nto de inhumación se acordona el perímetro que limita el paso de los deudos, mientras cuatro trabajador­es enfundados en trajes protectore­s desinfecta­n y maniobran para bajar los ataúdes. Una vez que se cierra la fosa todos tienen que salir.

Si se atiende la situación y cumplen los protocolos de prevención, para evitar contagios “hay condicione­s para inhumar”, aseguró el funcionari­o de la alcaldía Miguel Hidalgo. Comentó que ellos están obligados a preservar los cadáveres no identifica­dos, los cuales van a la fosa común, que también habilitaro­n ante la pandemia con una capacidad de 100 a 150 cuerpos, de los cuales ya fueron ocupados 40 y de ellos 21 han sido víctimas de coronaviru­s.

Aclaró que “hay carga de trabajo, pero la gente debe ocuparse mejor por atender las medidas de salud y hacer caso a las recomendac­iones sanitarias para evitar que lleguen aquí”.

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