La Jornada

Igor Levit ejecutó “grito silencioso” de 20 horas de Satie

Vexations, La interpreta­ción de la maratónica pieza fue para el pianista un llamado a reconocer la difícil realidad que viven los artistas del mundo a causa del Covid-19

- Alondra Flores Soto

El pianista Igor Levit ejecutó un esfuerzo épico, “un grito silencioso, el reflejo de un sentimient­o de resistenci­a”, para advertir sobre el impacto en las audiencias y los artistas en la época de aislamient­o obligado por el nuevo coronaviru­s: durante casi 20 horas interpretó la pieza Vexations, de Erik Satie, y lo transmitió en vivo sobre el escenario de Internet.

“Mi mundo y el de mis colegas ha sido diferente durante muchas semanas; probableme­nte lo será largo tiempo.

“Vexations representa para mí un grito silencioso”; por eso sintió que era el momento correcto para interpreta­r la obra del compositor francés, explicó el concertist­a germanorru­so.

La hazaña se inició el sábado 30 de mayo a las 14 horas en Berlín (7 de la mañana en la Ciudad de México), hasta el resto del mundo unido por el golpe de la pandemia de Covid-19, sentado en un estudio en la capital alemana ante una alta pila de partituras sobre el instrument­o de cola.

Al transcurri­r del tiempo fue tirando las sábanas blancas hasta dejar el piso de la habitación, suavemente iluminada, alfombrado por las notas. Hubo cortes para cumplir con llamados de la anatomía. Por momentos de pie, en batalla contra el cansancio. La mayor parte con la cabeza hundida frente al teclado. Poseso, sudoroso. Los ojos cerrados, en un balance del rostro echado hacia atrás, una mano sobre la otra, como si estuviera en movimiento en un ataque de sonambulis­mo.

Retiro de humildad

Culminó la odisea musical ya de madrugada de nuestro lado del planeta, con constancia y concentrac­ión extraordin­aria. “Hecho. Feliz. Satisfecho. Agradecido. Y tan jodidament­e colocado”, escribió al final. Unas cuantas horas después publicó una pequeña demostraci­ón pianística del buen estado de sus manos y mente con un fragmento de Nature Boy, de Eden Ahbez.

“El señor Levit interpreta­rá un concierto que trascender­á límites geográfico­s y zonas horarias”, anunció la página del Festival Gilmore, uno de los sitios que colaboraro­n con la singular propuesta de confinamie­nto, junto con los diarios Der Spiegel y el semanario The New Yorker. El perfil de Twitter del pianista de 33 años (@igorpianis­t) fue otro de los lugares donde se abrió el telón para el video.

Antes, cuando proliferó el anuncio para asistir a la cita, Levit relató que siempre hubo un fuerte deseo por interpreta­r la veintena de horas de Vexations, revolucion­aria por su armonía atonal. “La duración no me parece una molestia o una tortura, como sugiere su título, sino un retiro de silencio y humildad. Refleja un sentimient­o de resistenci­a”.

“La respuesta a un romance fallido, una parodia o un ejercicio teórico”, se ha especulado sobre el mensaje detrás de esta pieza que Satie compuso en 1893, pero que salió a la luz en 1949. Es la repetición de un tema y dos variacione­s por 840 veces lo que prolonga su existencia hipnótica. Fue el vanguardis­ta John Cage, el del silencio y pianos preparados, quien la estrenó en 1963 en un teatro en Nueva York.

Igor Levit, ruso de nacimiento, quien en la infancia se mudó a Alemania con sus padres, se vio obligado a cancelar las giras como consecuenc­ia del confinamie­nto y cierre de las salas de concierto.

Casi enseguida ofreció recitales caseros, con un rudimentar­io equipo de video. Así lo hizo por casi 50 noches desde su departamen­to en Berlín. Solo en casa, y acompañado por los observador­es de las redes sociales.

“Es un momento triste y extraño, pero actuar es mejor que no hacer nada”, contó Levit a Alex Ross, crítico de The New Yorker. El concierto fue llevado a casa de los espectador­es por este pianista que ha recibido amenazas de muerte por criticar la falta de humanidad del ala derecha alemana durante la crisis de refugiados.

Al final, no todo cerró. Las fronteras se abren con la música, en el tiempo, el espacio y lo universalm­ente humano.

Es un momento triste y extraño, pero actuar es mejor que no hacer nada

subsidiari­a colombiana, pero “no hubo mala fe, ni intento de hacer fraude. Había irresponsa­bilidad administra­tiva.

“Nahum estuvo en México y tuvimos una reunión porque había manejado una tarjeta corporativ­a de una manera, para mi gusto, amoral, y por tanto se vio obligado a pagar ese dinero.”

El escritor expresó que México no puede sostener a las filiales que tienen números rojos y menos en momentos como éstos de recortes de presupuest­o. Reiteró que la razón original del conflicto en la subsidaria de Colombia no existe desde enero y están a la espera de que la crisis por Covid-19 descienda para tomar una decisión final sobre el cambio de gerente de la filial.

El director del FCE informó también que se perdió la casa de la subsidaria en Guatemala. “No vamos a perder la filial, sino la casa donde estaba, y ya está en proceso una mudanza. Tenemos que terminar con la liquidació­n de la sucursal en Brasil porque estábamos pagando por una filial que estaba cerrada”.

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▲ “Hecho. Feliz. Satisfecho. Agradecido. Y tan jodidament­e colocado”, escribió Igor Levit al concluir la hazaña. Captura de pantalla

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