La Jornada

2022: ¿qué riesgos y oportunida­des presenta?

- DAVID PENCHYNA GRUB

Con el año que comienza vale la pena tomar en cuenta qué riesgos y oportunida­des presenta este atípico 2022 para nuestro país y para el resto del mundo. Digo atípico porque es la consecuenc­ia de varios factores que nadie tenía en el radar hace dos o tres años: la pandemia y sus interminab­les variantes, la resilienci­a de la economía mundial dependient­e de la vacunación y la posibilida­d de no clausurar actividade­s; y la presión inflaciona­ria generada por la cantidad de dinero que se ha puesto a circular para estimular a la economía, especialme­nte en Estados Unidos, tras la irrupción del covid-19.

Tras el épico proceso de desarrolla­r, distribuir y aplicar cientos de millones de vacunas a nivel global, todo indicaría que la incertidum­bre económica tendería a disminuir; pasar de la “economía de guerra” que nos dejó la pandemia, a la etapa de “reconstruc­ción”. Sin embargo, la realidad es muy distinta: las economías de guerra (dicho sea de paso, guerras del siglo XX con economías del siglo XIX) activaban procesos industrial­es, aceleraban la innovación tecnológic­a y, tras la devastació­n, obligaban a una intensiva inversión para reconfigur­ar el rostro de los países. El covid-19, en cambio, destruyó empleos, cerró las cortinas de millones de negocios, paralizó la actividad económica, y si bien adelantó la adopción de ciertas tecnología­s, lo cierto es que el impacto de bajar el switch del planeta, empieza a mostrar sus consecuenc­ias: la pandemia pegó a los más pobres, encareció las ciudades donde se concentra el trabajo, pero al mismo tiempo, dejó corredores vacíos ante las nuevas modalidade­s de trabajo en casa.

La consecuenc­ia más grave de los estímulos fiscales y planes de choque, especialme­nte en Estados Unidos, es la escalada de precios. La velocidad de la inflación está superando los mecanismos de política monetaria para controlarl­a. Este fenómeno se ve exacerbado por una plataforma logística global que no acaba de normalizar­se: escasean los chips, los contenedor­es, el vidrio; se dispara el precio del acero, el gas y de otros elementos básicos de la cadena de valor, y los precios se trasladan tarde o temprano al consumidor.

En suma, tenemos un planeta que aún no recupera los niveles de crecimient­o y empleo prepandemi­a, cuyas cadenas logísticas fueron dislocadas y con ello, impactó –aunada a la mayor impresión de papel moneda desde la Segunda Guerra Mundial– en una brutal inflación galopante en una veintena de países.

Si 2020 fue el año del golpe brutal de la pandemia, y 2021 el de la esperanza de la vacunación, 2022 es el de no bajar la guardia.

El rebote natural después de un colapso económico como el que vivió el mundo, no está encontrand­o todos los elementos a cuenta y, en cambio, sí están pasando factura las decisiones emergentes y las consecuenc­ias de la crisis sanitaria.

A ello debe agregarse el factor geopolític­o. Con Estados Unidos priorizand­o la agenda de enorme tensión social y el fenómeno migratorio al sur de la frontera; Europa con liderazgos democrátic­os cada vez más débiles; y Rusia preparando una jugada de pronóstico reservado en Ucrania, y China consolidad­o como contrapeso occidental, el mundo, la economía, la salud pública, América Latina y México, tienen muchos desafíos por superar.

Estados Unidos tiene una ventaja, un privilegio: incluso cuando la incertidum­bre global es generada por una política económica interna, el mundo se refugia en el dólar. No sabemos cuánto durará esa canonjía, a partir de la irrupción de nuevos modelos como las criptomone­das, lo cierto es que en nuestra coyuntura, la paradoja del dólar se hará nuevamente presente, con factura para todas las naciones emergentes. Aprendamos de los dos años previos, de lo bueno y de lo malo, de la solidarida­d para encontrar una vacuna, y de la mezquindad para distribuir­la; de la importanci­a de los sistemas de salud, y de las asimetrías del sistema económico, para librar este complejo 2022.

Así, después de las fiestas decembrina­s abrimos en México un año lleno de incertidum­bres y, por lo tanto, de múltiples retos, a saber; una audaz y responsabl­e política monetaria que pueda sortear las decisiones externas y a su vez pueda ser eficaz ante la inflación galopante; generar las señales correctas para generar inversión realmente productiva­s, en donde es indispensa­ble que el sector privado y el sector público con generosida­d ambos logren acuerdos y planes reales, dejando atrás la confrontac­ión estéril, que se traduzcan en empleo y desarrollo; y finalmente defender todas nuestras libertades y nuestro marco democrátic­o en donde permeen las ideas que le convienen a nuestro México en su conjunto y que ganar algo a costa del otro, son “victorias” inútiles, como nos lo demuestra la historia.

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