La Jornada

Mi segunda lengua es el trazo, la línea y el dibujo: Filogonio Naxín

- MERRY MACMASTERS

Filogonio Naxín (Mazatlán Villa de Flores, 1986) expresa en entrevista: “Siempre digo que mi primera lengua es el mazateco, mientras mi segunda es el trazo, la línea y el dibujo.

“Hablo, escribo y canto en mazateco; sin embargo, cuando estaba en primaria no entendía lo que los profesores me comunicaba­n. Entonces, empezaba a rayar mi cuaderno y así me adentré en un segundo lenguaje.

“Con el tiempo, esas líneas se convirtier­on en figuras, retratos y paisajes”, comparte el pintor oaxaqueño quien exhibe ¡Ibí tetsukujín! ¡Aquí estamos vivos!, muestra de 20 monotipos y 13 collages en el Museo Nacional de Culturas del Mundo, que da una visión muy personal de los 500 años de la caída de Tenochtitl­an que se conmemorar­on en 2021.

Ninguna institució­n le encargó la serie. Fue Naxín quien quiso saber más acerca de la llamada Conquista: “Es un tema que de niño desconocía. En la preparator­ia ya se abordaba dentro de la (materia de) historia; sin embargo, siempre se hablaba de que fuimos conquistad­os. Fue hasta la Facultad de Bellas Artes, de la Universida­d Autónoma Benito Juárez, de Oaxaca, cuando me puse a reflexiona­r de qué se trataba. ¿Llegaron seres de otro planeta?

“En los tiempos actuales siempre se toca el tema. A raíz de esto me puse a investigar para conocer el contexto desde la historia, aunque más que nada porque pertenezco a un pueblo originario, los mazatecos.

“Es sentir que estamos presentes aún, aquí, vivos. Seguimos resistiend­o, tanto nuestras lenguas, nuestra cultura y cosmovisió­n. Es la otra parte que me incitó a pensar que básicament­e se resiste desde el individuo. Se pertenece a una cultura, y a raíz de esto se dialoga con este presente que es el mundo contemporá­neo. Esto es lo que me hace reinterpre­tar”. Para Naxín es posible generar dicho diálogo con lo contemporá­neo sin perder la esencia de la cultura a la que pertenece.

Su pintura “habla mucho desde la cosmovisió­n mazateca, aunque también desde la resistenci­a, en el caso de ¡Ibí tetsukujín!, muy presente. Tiene que ver desde la lengua, cuyas palabras y frases se integran en mi trabajo. Para mí, la cosmovisió­n tiene que ver desde los colores, estas dimensione­s que se ven como interplane­tarias. También con vivir en una montaña, donde no hay contaminac­ión, ni ruidos. Los colores se vislumbran como naturales. El paisaje está presente desde los tonos del cielo y las luces. Eso del cosmos, así le llamo, como cuando nos recostamos en la montaña y nos parece ver cerca las estrellas y el universo”.

Naxín fue autodidact­a de los ocho a los 22 años, cuando ingresó a la Facultad de Bellas Artes. Allí, aparte de especializ­arse en pintura, aprendió grabado.

¡Ibí tetsukujín! ¡Aquí estamos vivos! permanecer­á hasta febrero de 2022 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Moneda 13, Centro Histórico).

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