La Jornada

Gaza / Ayotzinapa

- HUGO ABOITES* *UAM-X

Israel no ha conseguido derrotar a Hamas, pero en su loca carrera por acabar además con el pueblo palestino está forzando al mundo a vivir con niveles de violencia hasta hace poco confinados sólo a estados parias. Las acciones militares aparecen incluso como deliberada­mente operadas a fin de golpear a la población civil. Un video que ahora se difunde en redes sociales muestra a Nethanyahu hace 20 años en una reunión donde anunciaba lo que ahora es realidad: “a los palestinos hay que pegarles duro”, dice ante las muestras de duda y asombro de quienes lo escuchan. “Pero Israel sería criticado por todo mundo, por la ONU”, acota una joven. “No importa”; “y por Estados Unidos”, añade otra persona. “Ellos nos apoyan, la mayoría (de la población) nos apoya”, responde. Ahora que el experiment­o está en curso, es claro que ha servido para complicar de manera grave el panorama, deslegitim­ar a Israel y sus demandas y generar un tono mundial que, como nunca, privilegia las soluciones violentas. Hoy tenemos una decena de países haciendo uso de sus respectivo­s poderes de fuego y de manera creciente. Hay un cambio radical en el tono internacio­nal al que ya no puede responders­e –como hace el gobierno mexicano– con solo declaracio­nes de neutralida­d liberal. Con 85 acciones militares como respuesta a la muerte de tres de sus soldados que eran parte de un destacamen­to militar hostil a fuerzas locales, el poder militar estadunide­nse es ahora uno de los discursos prepondera­ntes en esa región. Y en Estados Unidos reaviva sectores muy conservado­res y tiñe las relaciones con otros países, con México especialme­nte. Ya se sabe, por ejemplo, de la iniciativa actual de legislador­es y hasta de un candidato a la presidenci­a de ese país, de legalizar el uso unilateral de la fuerza militar en México –drones, misiles y bombardeos– para detener la agresión que se afirma constituye drogas como el fentanilo. Muestra del interés que más allá de los legislador­es despierta el tópico, aparece recienteme­nte un documento de fuente conservado­ra estadunide­nse que a partir de las experienci­as de intervenci­ón militar contra México (desde aquellas contra Huerta y Villa) hace un análisis que si bien no llega a afirmar que con la legislació­n actual el gobierno estadunide­nse podría llevar a cabo

Las acciones militares aparecen incluso como para golpear a la población civil

una acción de ese tipo, tampoco le cierra definitiva­mente la puerta (https://www.lawfaremed­ia.org/ article/using-force-against-mexican-drug-cartels-domestic-andinterna­tional-law-issues). Este es un ejemplo de cómo el clima guerrerist­a no tiene por qué detenerse en las fronteras ni circunscri­birse a sólo ciertos temas específico­s.

Por otro lado, en el interno mexicano, todo parece indicar que el caso Ayotzinapa no se aclarará en definitiva este sexenio. Si es así, el tema y la continuida­d de la demanda de solución se dará entonces en el próximo gobierno, y esto tiene una histórica e importante implicació­n: que cuando en el sexenio de la presidenta Sheibaum, activista universita­ria y científica, se cumpla, en 2029, el aniversari­o 100 de la inicial autonomía en la UNAM, habrá que recordar que también en esa misma fecha se cumple un siglo de represione­s y muertes del Estado mexicano contra las y los jóvenes estudiante­s de este país, porque fue en 1929, en Santo Domingo, donde se dieron las primeras palizas y violentas cargas de bomberos contra las asambleas, también balaceras contra estudiante­s que marcaron desde entonces una política de hecho del Estado que siempre –habrá que decir ahora que también hasta la 4T– ha sido especialme­nte agresiva contra la movilizaci­ones y demandas de las y los jóvenes.

Y desde 1929 no ha habido sexenio en que no se golpee, encarcele, se dé muerte o se mantenga la desaparici­ón no aclarada de estudiante­s. Cambiar esto, en sí mismo es trascenden­tal para la transforma­ción del país y de las relaciones del Estado con el sector educativo, pero también para la mejora de las relaciones desde dentro y fuera de la sociedad, es comenzar a reducir la violencia. No hay transforma­ción en educación y no hay transforma­ción de la sociedad si no se empieza por ahí. Y un cambio de fondo implica también la revisión crítica de las leyes de educación que contradice­n directamen­te –además de los derechos laborales de maestros y académicos– las demandas de derecho pleno a la educación, gratuita y sin la intervenci­ón de agentes de lucro privado para la evaluación discrimina­toria y sesgada de institucio­nes, carreras, profesores, maestros, aspirantes.

Una revisión que deje a un lado la insistenci­a en que se comerciali­cen los centros de investigac­ión de la educación superior; espacios que son patrimonio público del país y no fuente y factor de lucro. Es decir, Ayotzinapa fue la respuesta a demandas populares sobre la educación, por eso resolver es también dar un paso en la transforma­ción pendiente y de fondo de la educación.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico