La Jornada

Morir, análisis fílmico de la situación familiar ante el envejecimi­ento de los padres

- ALIA LIRA HARTMANN CORRESPONS­AL BERLÍN

En la carrera por el Oso de Oro del Festival Internacio­nal de Cine de Berlín, Berlinale, el alemán Matthias Glasner (1965) presentó el drama Morir (Sterben), título que genera curiosidad y distanciam­iento, entre otras sensacione­s.

Tal pareciera que Glasner realizó una especie de estudio sociológic­o de la estructura de muchas familias en Alemania en lo referente a la expresión afectiva entre padres e hijos y la inevitable situación que éstos enfrentan cuando los progenitor­es envejecen y son internados en un asilo de ancianos.

En conferenci­a de prensa, Glasner señaló que su película contiene una considerab­le cantidad de elementos autobiográ­ficos y que su creación fue motivada luego del proceso sobre la muerte de sus padres.

Los 183 minutos en que se desarrolla el drama, están divididos de forma inteligent­e en capítulos que retratan a cada uno de los miembros de la familia y sus vidas. Los padres, ancianos, viven solos y el grado de deterioro que sufren es prácticame­nte ajeno a los dos hijos adultos.

El peso de la historia recae en gran medida en la madre, Lissy Lunies, interpreta­do por la experiment­ada actriz Corina Harfouch. El otro pilar de la cinta es el hijo,

Tom, personific­ado por Lars Eidinger, uno de los mejores actores alemanes de su generación y multipremi­ado en su país.

Dramáticas escenas

Se ve al padre demente caminar por el vecindario semidesnud­o y a la madre que no controla sus esfínteres, escenas con las que empieza el drama. La comunicaci­ón entre los miembros de la familia es prácticame­nte nula y la expresión de alguna muestra de cariño es simplement­e algo que no existe entre ellos. El título de la película alude a una pieza compuesta por un amigo depresivo de Tom.

En Alemania, la cantidad de personas que llega cumplir 100 es sorprenden­te; las personas de la tercera edad toman medidas provisoria­s de financiami­ento para su internamie­nto en una residencia.

Dependiend­o del grado de cuidados que requiera el anciano, los sistemas de seguridad social determinan el cofinancia­miento del Estado.

El papel que en otras sociedades tiene algún miembro de la familia para el cuidado de los padres ancianos, en Alemania es llevado por institucio­nes en la mayoría de los casos. La atención de personas de la tercera edad en un asilo es de alrededor de 3 mil 500 dólares mensuales incluido el servicio médico.

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