La Jornada

El cine no morirá, sólo se transforma: Scorsese

Oso de Oro honorífico por su trayectori­a, en la Berlinale

- ALIA LIRA HARTMANN CORRESPONS­AL BERLÍN

La presencia de Martin Scorsese es sin duda alguna el punto culminante de la edición 74 del Festival Internacio­nal de Cine de Berlín.

No cabía un alfiler en la rueda de prensa en que el legendario director conversó antes de recibir el Oso de Oro honorífico por trayectori­a. Un hecho un tanto inusitado, el saliente director creativo de la Berlinale Carlo Chatrian lo acompañó –ni con Spielberg en 2023 lo haría. Rainer Rother el director de la Cinemateca de Berlín fungía como moderador.

Esta leyenda del cine, director, guionista, productor y con 81 años a cuestas no deja de cautivar a cualquiera que tenga la fortuna de compartir la cercanía de espacio físico, de la misma manera que lo han hecho sus películas a lo largo de décadas; “el cine no morirá, no hay que tener miedo de las nuevas tecnología­s, el cine sólo se transforma”, aseguró.

Un verdadero reto seguir la velocidad de su locución para los periodista­s que pretendían tomar nota.

La Berlinale presenta en la sección de retrospect­iva buena parte de sus filmes como parte del homenaje. La lista es larga y por medio siglo su trabajo ha sido una influencia determinan­te en las nuevas generacion­es de directores: Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980), El color del dinero (1986), La última tentación de Cristo (1988), La edad de la inocencia (1993), Casino (1995), Gangsters de Nueva York (2002), El aviador (2004), Schutter Island (2010), El lobo de Wall Street (2013),

Silencio (2016), El irlandés (2019) y Los asesinos de la luna (2023).

Es el director con más nominacion­es al Óscar aunque sólo ha ganado uno en 2006 por Los Infiltrado­s.

Recordó también como en en cada una de sus películas, la legendaria pieza de 1969 de los Rolling Stones Gimme Shelter, curiosamen­te no se escucha en Shine a light el filme documental con la banda británica que en 2008 estrenara también en la Berlinale.

Scorsese, quien se crió en el barrio de Little Italy, en Nueva York, y cuyos padres tenían antecedent­es de Palermo, Sicilia, recordó que su comida favorita siempre había sido la lasaña de su madre.

De niño padeció de asma, lo cual le impedía salir a la calle a jugar con otros niños. “En nuestra casa no había libros” recordaría y se refugiaba en la televisión viendo películas en blanco y negro o cuando sus hermanos lo llevaban al cine.

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Foto Ap El director estadunide­nse, en la ceremonia de premiación de la Berlinale.

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