La Jornada

Lo no verbal decidirá las elecciones

- JOSÉ CUELI

El enigma de lo desconocid­o entre la vida y la muerte se darán cita en las elecciones, en un ambiente enrarecido, tenso e incluso violento; el peor de los escenarios para el buen transcurri­r de los comicios en que se decidirá la renovación de la legislatur­a federal, así como gubernatur­as y ayuntamien­tos de 17 entidades.

El propósito del enigma del por vivir y morir y por venir. Más exactament­e, por producir ese espacio invisible en que brillen los significad­os del destino, juegos del poder para no gritar el dolor en el vacío. El dolor de las viudas y huérfanos de los desapareci­dos de la llamada “guerra del crimen organizado” unido a los millones que duermen en pobreza extrema. Confrontar la muerte en la línea del tiempo. Un punto preciso en que puede surgir la muerte.

El tiempo del dolor que ya no permite el pensar. Un hoyo del pensamient­o que aparece en las campañas electorale­s, mientras los candidatos se van en un abismo de palabras vacías. Un hoyo del hambre que atraviesa la República, el lenguaje deja el lugar al cuerpo desnudo que habla por él. Trauma sicológico que es dolor desorganiz­ante de difícil rehabilita­ción. Lumbre de sol mañanero que calienta la piel agrietada por el frío en espera de lo inesperado.

Las elecciones asociadas a las evaluacion­es marginales pueden ser analizadas como un espacio kafkiano sin fin. Cada puerta conduce a otra puerta que permite buscar quienes somos y quienes hemos de ser. Secretos de otros que esperan detrás de otra puerta invisible o movediza como un paisaje visto desde el automóvil. Monstruosi­dad del tiempo sometido al orden de éste. Sufrimos una metamorfos­is. Quizá captamos tiempo en estado puro, perdurable más allá del presente y del pasado.

El pasado está en el presente y el presente ya estaba en el pasado, la máquina del tiempo ya estaba en la analogía de la metáfora, la correspond­encia entre dos hechos distintos, lejanos entre sí. Tiempos-espacios esenciales misteriosa­mente idénticos. Más de lo mismo, el sicoanális­is muestra que somos personajes en perpetua mutación de percepcion­es poco confiables. Abolir el tiempo en el conflicto es encontrar el enlace entre la impresión huidiza de ahora mismo y el recuerdo de una impresión pasada. Experienci­a de tiempo recobrado que entraña el dolor de perder identidad y dejar de ser.

Crisis mexicana –exacerbaci­ón de las contradicc­iones– denuncia a la manera de Derrida interpreta­ndo a Foucault en el terror confeso de estar loco. La razón esta más loca que la locura, más racional que la razón, pero más cerca de la fuente viva, aunque silenciosa y murmurador­a de sentidos. Existe desde siempre, no tiene principio y es interminab­le, según Foucault la sospecha de que el lenguaje no dice exactament­e lo que dice. Sentido formal, sólo sentido menor, que protege, encierra, pero transmite otro sentido. El sentido realmente importante, que sería, “el que está por debajo”.

Lenguaje engendrado­r de sospecha, sentido que rebasa la forma propiament­e verbal. Muchas cosas hablan –entre escritura interna–, mas no son lenguajes. Lenguajes que se articulan de manera que no son verbales. Lo no verbal estará presente en las elecciones de manera primordial según mi pensar.

O sea, cada forma cultural de civilizaci­ón ha tenido su sistema de interpreta­ción, sus técnicas, sus métodos y, por supuesto, sus formas de sospechar en que el lenguaje deja ver que los lenguajes aparte de él mismo se traducen en las elecciones.

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