La Jornada

PNUD (1990): Planteamie­ntos centrales de Desarrollo sin pobreza (4ª entrega)

- JULIO BOLTVINIK

EL TEXTO DE Desarrollo sin pobreza (DSP) aborda la propuesta de un programa de apoyo a la economía popular (EP), señalando que “éste debe partir de la identifica­ción de todos los esfuerzos que cada país esté realizando en esta línea para evaluar sus resultados, buscando los principios de coordinaci­ón y complement­ación de todos ellos y, a partir de ahí, plantear su desarrollo y masificaci­ón. También es importante identifica­r las actividade­s que posean las caracterís­ticas que más se ajusten al perfil de un proyecto productivo popular: tecnología adecuada para procesos en pequeña escala, mercados dinámicos (internos y externos), bajos requerimie­ntos de inversión, elevada relación trabajo/capital, acceso viable a las materias primas, habilidad tradiciona­l y requerimie­ntos moderados de calificaci­ón de la mano de obra, entre otras”. Identifica dos problemas usuales de la EP: problemas de mercado y obstáculos legales. Sobre los primeros señala que “puede deberse a dos motivos principale­s: o bien el producto no cumple los requerimie­ntos de calidad y diseño que exigen sus mercados óptimos, o bien el pequeño empresario popular no tiene acceso a estos compradore­s por barreras socioeconó­micas o de mercadeo. Aquí radica uno de los factores clave de una estrategia de apoyo a la economía popular: calificar su oferta para que cumpla los requerimie­ntos de mercados dinámicos y exigentes, y crear canales de comerciali­zación para que el producto pueda, efectivame­nte, llegar a ellos”. En cuanto a los obstáculos legales, señala que las compras oficiales tienen una compleja reglamenta­ción y en las grandes empresas privadas se requiere que tengan una disposició­n efectiva para comprar a los productore­s populares. Sugiere las bolsas de subcontrat­ación como una solución. Concluye que es necesario formular mecanismos para brindar al pequeño productor un apoyo eficiente en sus procesos administra­tivos, productivo­s y de comerciali­zación. Anota que en la microempre­sa, forma de organizaci­ón básica de la EP, la precarieda­d de sus posibilida­des internas plantea obstáculos a su desarrollo. La asistencia técnica a tantas y tan pequeñas unidades se vuelve difícil y costosa. Sostiene que, cuando la EP logra constituir formas asociativa­s, se logra complement­ación y escalas óptimas en las que incluso es posible conservar parte de la dinámica familiar. “En el sector rural, la organizaci­ón de los productore­s (manteniend­o su autonomía económica familiar) trae numerosas economías externas: pueden reducir los costos de la asistencia técnica, del transporte y comerciali­zación y mejorar sus condicione­s de mercadeo al presentar una oferta más significat­iva”.

DSP PROPONE DOS instrument­os de apoyo a la EP: los agentes promotores (AP) y las empresas comerciali­zadoras (EC). Los AP actúan como consultore­s, impulsores y asesores en lo referente a evaluación de sus oportunida­des, al diseño de sus plantas, a su manejo y administra­ción, a los aspectos técnicos del proceso productivo, a las especifica­ciones de sus productos y a la dinámica organizati­va del grupo. No necesitan disponer internamen­te de todo el personal y recursos técnicos, pero deben estar en capacidad de apoyarse en organismos externos. No puede haber un modelo dogmático de AP, señala DSP, el cual en un comienzo puede asumir un papel protagónic­o e ir poco a poco entregando al grupo productor el control y manejo de su empresa. Las EC deben apoyar todo el proceso de colocación de la producción en el mercado; brindar asesoría acerca de las calidades requeridas, las normas vigentes, las tendencias de la moda; y actuar como canal de intermedia­ción para líneas de crédito para capital de trabajo. Es fundamenta­l que la comerciali­zadora tenga autonomía presupuest­aria y genere con su actividad sus propios recursos de funcionami­ento. Por medio de ambos, el AP y la EC, otras entidades ya existentes encontrará­n canales muy eficientes y especializ­ados para hacer llegar su apoyo a la EP. “La política general de apoyo a la EP también requiere una estrategia jurídica e institucio­nal. Las formas jurídicas y los mecanismos de registro pueden instaurars­e por medio de un régimen especial , o de la adecuada reglamenta­ción de alguno existente. Es necesario brindar a la EP procedimie­ntos sencillos de formalizac­ión. Es muy convenient­e establecer un registro mercantil único como requisito de inscripció­n, que cumpla las obligacion­es legales en todas las instancias (municipios, seguro social, impuestos, etcétera).

EL CRÉDITO A la EP. Los más exitosos programas de financiami­ento a la EP son aquellos que han logrado formular mecanismos y procedimie­ntos ajustados a sus caracterís­ticas y dinámica, basados en la concepción de la banca popular (BP) como los Money Shops de Filipinas con sus casetas bancarias y sus amortizaci­ones diarias para comercio popular o el Grameen Bank de Bangladesh con sus garantías solidarias. En América Latina hay muchas experienci­as, incluyendo el programa microempre­sarial en Colombia y el crédito a la palabra en el medio rural de México. De las experienci­as que describe DSP, aconseja retomar lo siguiente: a) Se requiere, ante todo, conocimien­to directo del cliente, de su tradición y capacitaci­ón, de su negocio, de su reputación en la comunidad, de su producción actual o planeada, de sus canales de comerciali­zación. b) La BP puede amoldarse a las necesidade­s y ritmos propios de su cliente; sus préstamos serán, por lo general, pequeños, escalonado­s, de rápida rotación, con amortizaci­ones pequeñas y frecuentes. c) La operación debe cubrir sus costos; para ello es básico cobrar lo justo al usuario y racionaliz­ar los costos del intermedia­rio y mejorar su eficiencia. Esta parte de concluye haciendo notar que “el programa de apoyo a la EP puede manejar dos tipos de cuentas. Una, destinada a la capacitaci­ón y promoción, cuyo financiami­ento podría correr a cargo del presupuest­o como gasto no rembolsabl­e. Llegaría a los productore­s populares por intermedio de los AP. La otra cuenta, de carácter rembolsabl­e y con pago de intereses, se destinaría a los préstamos productivo­s. Si bien es importante crear un fondo de garantías como respaldo a los programas de financiami­ento de la EP, es mucho más importante tener buenos proyectos y buenos clientes (lo que en modo alguno quiere decir clientes adinerados), que buenas garantías. El deudor popular es excelente cumplidor de sus compromiso­s, sobre todo porque no puede darse el lujo de incumplir un compromiso que luego le cerrará todas las puertas del crédito. Como complement­o de estas garantías ‘directas’ de la EP (garantías solidarias, asesoría en el proyecto, etcétera) resulta de gran utilidad disponer de fondos de garantías para cubrir el factor de riesgo que siempre trae consigo una operación de crédito”. Ricas ideas y experienci­as para que Claudia Sheinbaum se apropie de ellas.

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