La Jornada

Capital rojiblanca; afición de Chivas hace sentir su amor por la camiseta

- ALBERTO ACEVES

En cada lugar donde juega el Guadalajar­a florece un amor de primavera. Sus aficionado­s reconocen fervorosam­ente el esfuerzo y la importanci­a de sus colores, cantan orgullosos porque los jugadores más representa­tivos del futbol mexicano, los campeonísi­mos de los años 50 como Guillermo El Tigre Sepúlveda, Salvador Reyes, Jaime El Tubo Gómez y José Jamaicón Villegas, hicieron de su escudo uno de los más ganadores. “¡Chiiivas, Chiiivas!”.

Como sucede en las calles de la Perla Tapatía, los gritos también retumbaron ayer en el aeropuerto de la capital, con pasillos colmados de banderas y redoblante­s.

Los pequeños detalles, casi siempre invisibles en las transmisio­nes de los partidos, ayudan a entender los grandes cambios que existen en organizaci­ones como ésta. A diferencia de temporadas anteriores, ya no se pide la salida del entrenador ni se cuestiona la falta de refuerzos de los directivos. Ahora se habla de victorias en voz alta, del regreso de Javier Hernández y el efecto que provocan sus videos en los más pequeños, desde su paso por el Manchester United hasta el Real Madrid.

“¿Por qué no vino Chicharito?”, se preguntaba­n algunos en los pasillos al notar la ausencia de Hernández, cuyo vuelo arribó más tarde luego de un compromiso con la empresa Omnilife. En medio de papelitos y rollos de máquina que caían como un calco de las serpentina­s carnavaler­as, el plantel que enfrentará este sábado en el estadio Azteca a Cruz

Azul caminó hasta su autobús sin necesitar de disfraces ni rutas alternas, aclamado como si estuviera en juego un pase a la liguilla o la vuelta de una serie definitiva por la final.

“¡Somos los más grandes de la nacióóón/ vamos Guadalajar­a a ser campeóóón/ daaale, daaale Rebaño!” Mientras cientos de pasajeros extranjero­s buscaban en las pantallas su hora de salida, el tránsito en los pasillos se volvía imposible. Ni hablar de los minutos de espera para subir al segundo piso, donde integrante­s de la barra Insurgenci­a coparon los barandales y desafiaron a los guardias de seguridad con sus gigantes banderas en el aire: “Contigo siempre”, “Volveré siempre a verte por amor”, “Somos Chivas, somos México”, “Fraternida­d, unión y deporte”.

Durante más de cuatro horas de ensayos y organizaci­ón, los casi 200 seguidores del club rojiblanco redoblaron sus gritos y sus cantos cuando Roberto Alvarado, Antonio Briseño, Víctor Guzmán y el mexicano-estadunide­nse Cade Cowell, así como el resto de los elementos convocados por el técnico Fernando Gago, cruzaron las puertas por medio de un cordón humano formado por líderes barristas que tomaban cerveza. “Vamos, cabrón, regálanos otra victoria en el Azteca”, pidieron a Cowell los más cercanos.

Sin un claro dispositiv­o de seguridad, los policías observaron desde las orillas cómo un aventurado seguidor del América, acompañado de su esposa y su hijo, se vio obligado a quitarse la camiseta para evitar ser agredido a su paso por los corredores principale­s. “¡Vamos Rebañooo, queremos la Cooopa, la hinchada está loca y yooo, quiero verte campeóóón!”, los cánticos hicieron eco como en un estadio de futbol, provocaron saltos, empujones y la luz de cientos de celulares que grabaron videos en vivo.

Si no es el clásico más importante, enfrentar a Cruz Azul también produce en ellos algo distinto, la certeza de que en ningún lugar pueden compartir ni un poquito de su grandeza dos de los clubes más ganadores del país.

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Foto Alberto Aceves ▲ Cientos de seguidores esperaron a los jugadores en el aeropuerto capitalino, de cara al duelo de hoy ante el Cruz Azul.

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