La Jornada

Se inician las campañas

- JOSÉ AGUSTÍN ORTIZ PINCHETTI

LAS CAMPAÑAS ELECTORALE­S en nuestro país han cambiado con el paso del tiempo. Durante los 70 años en que el partido hegemónico permaneció en el poder, el propósito de las campañas era permitir al pueblo conocer al candidato, sobre todo al oficial, y que éste identifica­ra a los grupos de interés que establecía­n la dinámica política de cada entidad. Era un sistema muy parecido al que podía haberse generado en la época virreinal o recién instaurada la Independen­cia.

DURANTE ESAS CAMPAÑAS, la oposición, sin posibilida­des reales de ganar las elecciones, se dedicaba a denunciar la falta de condicione­s de equidad en la contienda y las arbitrarie­dades gubernamen­tales. Estas organizaci­ones no contaban con recursos para hacer frente a los abanderado­s oficiales, ya que estos últimos echaban mano de los recursos del partido y eran apoyados por la maquinaria estatal, que incluía todos los factores reales de poder, desde la Presidenci­a hasta los gobernador­es. Sin ser fiscalizad­as, esas campañas eran faraónicas y se realizaban a pie, buscando tener cercanía con la gente y conocer el territorio.

AHORA HAN CAMBIADO radicalmen­te. Desde 2000, los candidatos dejaron de enfocarse en recorrer el país y apostaron a los medios de comunicaci­ón, evidencian­do también gastos excesivos. Ahora, gran parte de estos recursos materiales y físicos los utilizan para hacer proselitis­mo en redes sociales. Sus mensajes requieren de costosas produccion­es para poder impactar en las nuevas generacion­es, que utilizan celulares y computador­as para enterarse de las actividade­s y propuestas de los candidatos.

AHORA, LAS CAMPAÑAS también son fiscalizad­as por mecanismos complejos de las institucio­nes electorale­s. El INE revisa los gastos prácticame­nte en tiempo real para sancionar a los candidatos en caso de que el tope de gastos sea rebasado. Por lo que toca a la Fiscalía Electoral, investiga las aportacion­es ilícitas a los abanderado­s y, de encontrar alguna responsabi­lidad, pueden ser sancionado­s hasta con 15 años de prisión.

POCO A POCO fuimos evoluciona­ndo hasta permitirno­s campañas más movidas y justas, parecidas vagamente a las del mundo civilizado. Ahora existen competidor­es reales que tienen verdaderas posibilida­des de ganar si hacen una buena campaña. La legislació­n actual y la nueva voluntad política desde el gobierno deberán evitar los abusos del pasado y con esto dar un paso hacia la consolidac­ión democrátic­a en el país.

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