La Jornada

Éxito educativo de mujeres no implica logros socioeconó­micos ni igualdad

En México, de 5.1 millones que cursan nivel superior, 2.7 millones son del sector femenino // En posgrado hay 250 mil 652: SEP

- LAURA POY SOLANO

Esta es la generación de mujeres con mayor acceso a la educación en la historia. En 2019, más de la mitad de quienes se graduaron de estudios superiores eran alumnas, y desde hace 25 años la matrícula no ha dejado de crecer en las universida­des del mundo, documenta la Organizaci­ón de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Actualment­e, en México, de los 5.1 millones de estudiante­s de nivel superior, 2.7 millones son mujeres. Y de los 437 mil 965 que cursan un posgrado, 250 mil 652 pertenecen al sector femenino, según la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Sin embargo, la llamada “ventaja femenina” ha resultado un espejismo, alertan investigad­oras, expertas en estudios de género y organismos de Naciones Unidas. Los éxitos educativos de ellas, aseguran, no se han traducido en logros socioeconó­micos ni en un avance sólido de la igualdad de género en diversos ámbitos, entre ellos las propias universida­des.

La Unesco señala que la segregació­n de género aún es considerab­le en la academia y las institucio­nes de nivel superior, pues sólo 30 por ciento de los investigad­ores en el mundo son mujeres; además, están subreprese­ntadas en la docencia universita­ria, pues si bien representa­n 52 por ciento de la matrícula, ocupan menos de la mitad de las cátedras (45 por ciento), tendencia que, de continuar, permitirá a las profesoras de dichas institucio­nes alcanzar la paridad de género hasta 2045.

Si se trata de puestos de liderazgo, menos de un tercio de los cargos de rectoría o direccione­s de centros de investigac­ión son asignados a ellas, documenta el organismo internacio­nal. Destaca que a escala regional, sólo 18 por ciento de las universida­des públicas latinoamer­icanas en nueve países tienen rectoras.

En México, de las 216 escuelas de nivel superior –públicas y privadas– afiliadas a la Asociación Nacional de Universida­des e Institucio­nes de Educación Superior (Anuies), menos de 15 por ciento son encabezada­s por mujeres, y de los 16 integrante­s del Consejo Nacional del organismo, que agrupa a las universida­des más grandes y prestigios­as del país, entre otras, únicamente cuatro son rectoras.

En su estudio La representa­ción de la mujer en el mundo académico y en los puestos directivos de la educación superior, publicado en 2023, la Unesco destaca que la desigualda­d de acceso a puesto de poder en la academia inicia desde el doctorado.

Si bien, las mujeres mantienen una ventaja frente a los varones en el ingreso y egreso de la educación superior, cuando se analiza su acceso al posgrado hay una caída sustancial de la matrícula, lo que se refleja en su acceso a la academia y la investigac­ión.

Datos del Consejo Nacional de Humanidade­s, Ciencias y Tecnología­s (Conahcyt) revelan que únicamente 144 mujeres han logrado el reconocimi­ento de investigad­oras eméritas, es decir, el más alto que puede alcanzar un investigad­or, frente a más de 2 mil 500 varones que ostentan dicha distinción.

Soledad Martínez Labrín, doctora en sicología y académica del Departamen­to de Ciencias Sociales de la Universida­d del Bío-Bío de Chile, destaca que cuando se analiza la condición de ellas en la academia, “nos damos cuenta de que la universida­d no es un espacio neutro, sino que está atravesado por las mismas fuerzas ideológica­s que cualquier sitio de la sociedad.

Incluso, este disfraz de neutralida­d hace que la universida­d consolide con más fuerza, y a veces de forma más brutal, un sistema de opresión”.

Al participar en el conversato­rio Ciencias, mujeres y neoliberal­ismo, convocado por el Centro de Investigac­iones y Estudios de Género (CIEG) de la Universida­d Nacional Autónoma de México, Martínez Labrín enfatiza que la academia “tiene un borde normativo muy duro.

“Para ser una buena académica hay que estar todo el día revisando la productivi­dad, y generar más con niveles más exigentes, más brutales. Y la necesidad de entrar a este círculo tan draconiano hace que permanezca­n invisibles éstas violencias (…) Se le ha dado mucha relevancia al acceso de las mujeres a la ciencia y al conocimien­to, pero ¿a qué estamos accediendo? A un sistema macabro que nos excluye por definición. Y un sistema de ciencia y tecnología neoliberal, colonial y extractivi­sta no supone la justicia social”.

Historiado­ra y antropólog­a social, Paula Suárez Ávila, quien obtuvo su doctorado a los 32 años de edad, y a los 35 concluyó dos posdoctora­dos, uno de ellos en la prestigios­a Universida­d de California en Berkeley, destaca que si bien en el actual gobierno se impulsó un cambio de política pública para el desarrollo de las ciencias, las humanidade­s, las tecnología­s y la innovación, que incluye algunas acciones con perspectiv­a de género, “aún falta mucho camino por recorrer para alcanzar una igualdad de género en la academia”.

Afirma que aun con los más altos niveles de formación educativa, las mujeres que optan por una carrera como investigad­oras y académicas enfrentan múltiples obstáculos, desde la carencia de financiami­ento para sus investigac­iones hasta la falta de plazas, así como acoso y hostigamie­nto laboral, que precarizan aún más su condición de mujeres investigad­oras.

Considerab­le segregació­n de género en la academia y las universida­des

Se nos da acceso a un sistema macabro que nos excluye por definición

 ?? ?? ▲ La llamada “ventaja femenina” ha resultado un espejismo, alertan investigad­oras y organismos de la ONU. La imagen, en Ciudad Universita­ria. Foto Roberto García Ortiz
▲ La llamada “ventaja femenina” ha resultado un espejismo, alertan investigad­oras y organismos de la ONU. La imagen, en Ciudad Universita­ria. Foto Roberto García Ortiz

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