La Jornada

Esa chica buena onda, “novela angoleña femenina” sobre la herencia colonial

La autora, Yara Nakahanda Monteiro, se valió de varias voces y de la primera persona para contar una historia que mezcla reivindica­ción femenina, lucha social y desmitific­ación

- REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

El libro Esa chica buena onda, de Yara Nakahanda Monteiro, es definida por su autora como “una novela angoleña femenina”, escrita con la idea de contar una época que, aunque no vivió “en primera persona, también es mía: soy heredera de una historia colonial, de las consecuenc­ias del sistema esclavista y de la guerra civil”.

En entrevista con La Jornada, la narradora portuguesa nacida en Angola dijo que su relato, publicado por la editorial Elefanta, fue escrito de manera muy intuitiva, pues “quería transmitir a través de varias voces narrativas. Ahí está un ex combatient­e de la guerra colonial, abuelo de la protagonis­ta, quien pregunta: ‘¿Qué verdad quieres? ¿La verdad de tus abuelos, la verdad mía, la de tu madre?’”.

Monteiro (Angola, 1979) agregó que lo anterior también se aplica “a todas las historias, incluso a la personal. Siempre vivimos con dualidades, contradicc­iones y varias voces. Quise colocar en esta novela angoleña femenina esta diversidad de voces narrativas, para reflejar la idea de que la historia no me pertenece, pero puedo contarla en primera persona, porque al mismo tiempo es mía”.

La también curadora añadió que “tenemos que saber de dónde venimos, porque siempre hay una historia pasada. La búsqueda de la madre, en el caso de mi personaje, Vitória, tiene un paralelism­o con la búsqueda de la matria, con la Angola femenina. Hay una indagación personal de autodescub­rimiento, de Angola y de su historia africana”.

Silencios con heridas

Como autora, continuó Yara Nakahanda Monteiro, “tenía esa necesidad de revisar toda una mitología basada tanto en las historias que nos contaron como en los silencios, porque éstos también cuentan. Los silencios también tienen heridas. Me identifico con las historias no contadas. Quise traducir esos silencios, los dolores que no quieren ser vividos. Quise traducir la presencia silenciosa de la madre de mi protagonis­ta, porque es una presencia de dolor y silencio brutal, como una pared, frente a Vitória”.

Sobre la narración protagoniz­ada casi enterament­e por personajes femeninos, la novelista explicó que creció en una familia de mujeres fuertes, y “la mujer angoleña es luchadora, sin romantizar. Mujeres de posguerra, viudas y madres, que cargaban agua y niños. Me sentí obligada, como escritora, a reflexiona­r sobre la condición femenina. Sobre qué controlaba a las mujeres. ¿La maternidad nos hace mujeres? ¿O pueden las mujeres, como los hombres, escoger otros caminos?

“Cuando creé los personajes fui a la búsqueda de otros mitos, como el de la maternidad. Las mujeres somos educadas para casarnos, tener hijos y cuidar a nuestros padres. Las mujeres, como cuidadoras, pero nunca como cazadoras. Existen como algo doméstico, siempre dentro de la casa, pero nunca afuera. Quise subrayar que existieron mujeres que combatiero­n en la Independen­cia de Angola, y que pusieron su lucha política e ideológica antes que la familia.”

El poder de las letras

La escritora señaló que le gustó descubrir que lectores de naciones que fueron colonizada­s, como Brasil o México, “sienten empatía por este libro que sucede en un país tan distante como Angola. El poder de la literatura demuestra que no somos tan diferentes, tanto en nuestras ideas como en nuestras existencia­s, nuestras formas de resistir. Esta empatía demuestra también que la lucha continúa, que esto no acaba, infelizmen­te.

“El libro trata de demostrar que un pueblo oprimido se rebela siempre. Nunca se dejará dominar eternament­e, quieto. La libertad es la esencia de nuestra humanidad”, agregó Monteiro.

Añadió que se trata de un texto sobre la libertad y la paz: “los que combatiero­n en la guerra en Angola también idealizaro­n una paz y fueron responsabl­es de la creación de ese sistema en el país. Habla de estos valores sociales fundamenta­les de construcci­ón de humanidad. Ésta no se construye sin libertad, sin paz, mucho menos sin democracia”.

La narradora comentó que el 25 de abril, la Revolución de los Claveles (movimiento popularmil­itar pacífico que derroca el régimen dictatoria­l en Portugal y su dominación colonial en África) cumplirá 50 años, en un momento en que “la democracia portuguesa también enfrenta el crecimient­o de la extrema derecha, que gana terreno en el Parlamento. Es visible el aumento de la xenofobia y la discrimina­ción.

“De forma paralela, Angola, después de esos 50 años, fue una especie de hija abandonada a las prisas. Abandonada a su suerte. De ahí que vino la guerra civil. En Angola también hay desafíos democrátic­os. Llevamos 50 años con un partido único en el gobierno desde la posguerra. Hay insatisfac­ción social, la juventud no está contenta. Todo esto demuestra que la democracia tiene que mantenerse todos los días, que puede perderse de un día para el otro”, concluyó la escritora.

 ?? Foto cortesía de editorial Elefanta ?? ▲ La escritora portuguesa de origen angoleño también es curadora. Dijo en entrevista que en su relato quiso subrayar que “existieron mujeres que combatiero­n en la Independen­cia de Angola, y que pusieron su lucha política e ideológica antes que la familia”.
Foto cortesía de editorial Elefanta ▲ La escritora portuguesa de origen angoleño también es curadora. Dijo en entrevista que en su relato quiso subrayar que “existieron mujeres que combatiero­n en la Independen­cia de Angola, y que pusieron su lucha política e ideológica antes que la familia”.

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