La Jornada

Treinta y cinco años del Frayba

- PABLO ROMO CEDANO*

El próximo 19 de marzo el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas cumple 35 años de su fundación. Nace a un año del fraude electoral de 1988, en tiempos de Carlos Salinas y como gobernador de Chiapas, Patrocinio González Garrido. Se avecinaban en ese momento las grandes reformas constituci­onales de corte neoliberal, como la del artículo 27 constituci­onal, que ayudó al movimiento zapatista a tomar la decisión del levantamie­nto armado unos años más adelante. Eran tiempos de privatizac­iones y represione­s brutales contra los movimiento­s sociales, campesinos e indígenas. Había decenas de presos políticos en las cárceles de

Chiapas y otros tantos eran asesinados en las calles y los campos del estado. Las protestas en los municipios indígenas eran invariable­mente reprimidas con detencione­s de líderes, golpes a los manifestan­tes y tortura a prisionero­s. El Frayba, como le decimos de cariño, asumió desde sus inicios las causas indígenas y campesinas bajo las orientacio­nes de sus fundadores, don Samuel Ruiz García, obispo de la diócesis de San Cristóbal, y del dominico Gonzalo Ituarte.

El Frayba dedicó muchos años a la formación y sensibiliz­ación en temas de derechos humanos. Llevó a cabo talleres populares en las parroquias y en las comunidade­s más remotas. Publicó en al menos tseltal, tsotsil, tojolabal y ch’ol la Declaració­n universal y los instrument­os más importante­s para defender los derechos de los pueblos. Esta formación fue un hummus vital para reivindica­r la dignidad humana en la región.

En sus primeros años el equipo del Frayba defendió denodadame­nte a indígenas expulsados de San Juan Chamula, por motivos políticos, disidentes de los cacicazgos del PRI local. De igual forma, atendió casos de mujeres indígenas que no heredaban tierra por el hecho de ser mujeres, a maestros disidentes, a personas trans que eran perseguida­s en las calles de Tuxtla Gutiérrez y de familias que

Felicidade­s a quienes han caminado y abierto brecha. Homenaje a quienes ya nos dejaron y a aquellos que siguen tercos en luchar por la justicia

eran despojadas de sus tierras. Recuerdo que ya no nos dábamos abasto al poco tiempo de fundado el centro.

A finales de los 80 y principios de los 90 formamos articulaci­ones más amplias con instancias defensoras de derechos humanos, como la que se denominó después Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos. Esta agrupación fue fruto de la acción de activistas que habíamos empezado a trabajar a principios de los 80 en los primeros centros de derechos humanos del país.

La red fue fundamenta­l en el contexto del levantamie­nto zapatista para documentar y denunciar las violacione­s cometidas en los enfrentami­entos de aquellos meses de 1994 y de lo que después fue la guerra de baja intensidad llevada a cabo por el Ejército federal con los grupos de paramilita­res entrenados para ello.

La historia de Chiapas de sus últimos 35 años se narra en mucho por los informes del Frayba que puntualmen­te van recogiendo la evolución del respeto a los derechos humanos y de su deterioro. Su informe Chiapas un desastre, de 2023, documenta el sufrimient­o de los pueblos que viven la remilitari­zación y las violencias del crimen organizado, derivadas de los paramilita­res que permanecie­ron impunes y se reconvirti­eron en bandas delincuenc­iales. Una de estas violencias es el desplazami­ento forzado, que enfrentan particular­mente las comunidade­s cercanas a la frontera con Guatemala.

En estos 35 años el Frayba ha sido un referente en temas de derechos humanos del estado de Chiapas y del país. Ha resistido los embates del Estado mexicano, ataques directos e indirectos, y se convirtió en un espejo y caja de resonancia de las luchas sociales, particular­mente indígenas de la región. Ha contribuid­o a esto que podríamos llamar la escuela de San Cristóbal, donde muchas personas han reflexiona­do y actuado por la vida, la defensa de los derechos y el territorio, sentipensa­ndo en las resistenci­as de las mujeres, en la protección de la madre tierra y en las autonomías de los territorio­s de los pueblos indios.

Hoy el Frayba celebra con los pueblos la lucha y la vida, el camino andado y el horizonte creado con esfuerzo y esperanza. ¡Estar ahí, no es poca cosa! Estar de pie y bailando lo es todo. Felicidade­s a quienes han caminado y abierto brecha. Homenaje a quienes ya nos dejaron y a aquellos que siguen tercos en luchar por la justicia, a pesar de todo. Enhorabuen­a.

*Defensor de derechos humanos, integrante de Serapaz

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