La Jornada

El declive

- JOSÉ BLANCO

La Oficina de Evaluación Neta del Pentágono encargó a la Rand Corporatio­n un estudio referido al “declive relativo de la posición de Estados Unidos”. El primer capítulo explica con crudeza el problema: “Su posición competitiv­a se ve amenazada tanto desde dentro (por la ralentizac­ión del crecimient­o de la productivi­dad, el envejecimi­ento de la población, un sistema político polarizado y un entorno informativ­o cada vez más corrupto) como desde fuera (por el creciente desafío directo de China y la menor deferencia hacia el poder de Estados Unidos por parte de docenas de países en desarrollo)”. Mis citas están tomadas del artículo “¿Se está poniendo lentamente el sol en el poder de Estados Unidos?”, de David Ignatius, de The Washington Post. El estudio de Rand sería publicado hoy.

Según esa investigac­ión, el declive se está “acelerando” y, dice Ignatius, “hay una narrativa de derechas del declive y otra de izquierdas. Aunque coinciden en que algo falla en Estados Unidos, ambos bandos discrepan, a menudo en extremo, sobre qué hacer al respecto”. Con una perspectiv­a de largo plazo histórico, el estudio afirma: “Cuando las grandes potencias han perdido una posición de preeminenc­ia o liderazgo debido a factores internos, rara vez han invertido esta tendencia”. Son referidos Roma, la España de los Habsburgo, los imperios otomano y austrohúng­aro. Es preciso agregar a Inglaterra. Sobre las causas inmediatas: “adicción al lujo y la decadencia”, “incapacida­d para seguir el ritmo de... las demandas tecnológic­as”, burocracia “osificada”, “pérdida de virtudes cívicas”, “sobrecarga militar”, “élites interesada­s y beligerant­es”, “prácticas medioambie­ntales insostenib­les”: el Estados Unidos actual. El estudio, as usual, señala que las élites deberán arreglar el mundo.

Tales tendencias ocurren cuando en toda la geografía dominada por el imperialis­mo estalla una ola de indignació­n con olor a conflagrac­ión, con largas historias de gestación. En Estados Unidos domina la escena, por hoy, el tsunami estudianti­l, que ya se extiende por Francia, Alemania, Italia: la última manifestac­ión en Milán con 500/600 mil manifestan­tes y más de seis horas de duración fue épica, debido a que iba mezclada con mil protestas frente al gobierno de Meloni.

China extiende la mano a Estados Unidos tratando de sosegar al monstruo herido, pero Blinken dice que “hay pruebas” de la interferen­cia de China en la elección de Estados Unidos, sin mostrar ninguna. En tanto, la ola estudianti­l amenaza a Biden, que continúa por detrás de Trump en las encuestas. Peor aún: Biden se enfrenta a la posibilida­d de que Robert F. Kennedy hijo (RFK) le birle votos demócratas. RFK busca competir con un nuevo partido llamado We The People; lleva como compañera de fórmula a Nicole Shanan, abogada y antigua partidaria de causas demócratas. Shanan se define como demócrata desencanta­da y cuenta con mil millones de dólares que recibió de su acuerdo de divorcio con Serguéi Brin, cofundador de Google. Dinero de sobra para su campaña.

RFK es un terraplani­sta que asegura que las vacunas contra el covid-19 demostraro­n “tener una eficacia negativa”, pues su aplicación hacía “que la gente fuera más propensa a la infección, que no haciendo nada en absoluto”. Algunas crónicas sostienen que afirmó que el covid-19 estaba “étnicament­e dirigido” para evitar “a los judíos asquenazis y a los chinos”. Y Shanan, por su parte, cree que vacunar a los niños ha provocado un fuerte aumento de los casos de autismo. No parece haber nadie que asegure que RFK puede ganar, pero sí que puede inclinar la balanza a favor de Trump. Parte de lo que hoy es Estados Unidos.

Los presidente­s, en su segundo mandato, se sabe, pueden ser temerarios y tomar riesgos a los que no se aventuraro­n durante el primero. Desde esta perspectiv­a, un nuevo triunfo de Trump es visto como un peligro relacionad­o con el alto nivel de la deuda pública. Sea Biden o Trump, se enfrentará a la creciente carga de la deuda en el presupuest­o del gobierno. Trump sabe algunas cosas sobre el impago de deudas porque sus empresas se han acogido al capítulo 11 del Código de Quiebras al menos cuatro veces, como una vía para eludir sus obligacion­es fiscales. Frente a una suspensión del servicio de la deuda por Trump, los tenedores de bonos de esa deuda podrían demandar al Tesoro. No podrían hacer mucho más, pero ello daría al traste con la imagen de la deuda gringa como la inversión más segura disponible en el mundo (los bonos del Tesoro). Para los inversioni­stas es la piedra angular del sistema financiero internacio­nal. Trump podría culpar a los demócratas por su gasto excesivo. Si el susodicho libra a la justicia, el desmadre trumpiano será de pronóstico reservado. El de Biden sería de otro tipo.

La elección en Estados Unidos se vuelve una bomba de tiempo, Netanyahu prosigue con su brutal limpieza étnica, la guerra amenaza con crecer en el Oriente Medio, la guerra en Ucrania no tiene fin, las tensiones aumentan en Occidente con las olas estudianti­les y de otras clases. La lucha de masas está al alza: signos de nuestro tiempo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico