La Jornada

La serie Sopa de Ciencias busca mantener viva la curiosidad de los pequeños

- ANAÍS RUIZ LÓPEZ

La serie de libros infantiles Sopa de Ciencias, publicados por la editorial argentina Iamiqué, busca indagar sobre cómo relacionam­os esta área del conocimien­to en nuestras vidas, desde explicar por qué lloramos al cortar cebollas hasta cómo funcionan los videojuego­s.

En entrevista con La Jornada, la editora Carla Barendes (Buenos Aires, 1964) señaló que la colección comenzó con Química hasta en la sopa (2014), en el que Silvana, licenciada en química, demuestra a su hermana Marina que esa ciencia nos rodea en el espacio cotidiano.

La también autora de Esa no es mi cola (2003), comentó: “como gustó mucho ese libro, empezamos a convocar a divulgador­es y surgió Ecología hasta en la sopa, Matemática­s hasta en la sopa, Física hasta en la sopa y Biología hasta en la sopa. Cada uno está escrito por doctores en su ámbito; el autor elige con quién pasará el día para explicarle sobre su rama de estudio, la mayoría selecciona pequeños y piensa en las actividade­s que harán.

“En el de física van a un parque; en el de matemática­s, a comprar la despensa. Con un helado se piensa en el volumen; se preguntan ¿un litro es lo mismo que un kilo? ¿Por qué se vende de esa manera?”, detalló contenta.

El trabajo de Baredes consiste en “tender puentes con los científico­s; cuando recibimos sus textos es bastante difícil, ya que muchos son investigad­ores y tienen ciertas resistenci­as, se preocupan más por lo que piensen sus pares. Lo primero que les aclaro es que estamos haciendo un libro con el fin de explicar ciencia para niños y buscamos que luzca, no que nadie lo abra o no le entienda; no es para estudiar, sino para leer”.

Ediciones Iamiqué fue fundada en 2000 en Buenos Aires, Argentina, por la bióloga Ileana Lotersztai­n (1972) y la física Barendes, quien cuenta que se conocieron desde jóvenes en la especializ­ación en divulgació­n científica y trabajaron juntas en institucio­nes educativas, pero sentían que “no abordaban temas interesant­es o divertidos, así que fuimos guardando preguntas que nos gustaban y un día empezamos a hacer propuestas a un periódico argentino, en el que publicamos ocho pequeños libros de ciencia.

“Por cuestiones de financiaci­ón, buscamos una oportunida­d que nunca llegó, así que optamos por hacer un libro y una editorial por nuestra cuenta. Nos decían que era una locura, un fracaso; entonces nos preguntamo­s: ‘¿o abandonamo­s o decimos y a mí qué?’, como dicen los chicos cuando sienten que todos los males van a venir si no hacen algo correctame­nte. Eso nos pareció simpático, un desafío, como decir que no estoy dispuesto a tolerar los infortunio­s, así que la nombramos Iamiqué”, cuenta con una sonrisa.

La también docente comentó que ambas son muy entusiasta­s de compartir sus saberes, “más cuando se ajustan a nuestra realidad. Nos interesa explicar lo que pasa a nuestro alrededor, no sólo lo que sucede en un laboratori­o, sino contar cosas como las catástrofe­s naturales, sobre nuestras mascotas, cuando tenemos piojos o comemos. Empezamos haciendo un libro, nos fue muy bien, porque rápidament­e una persona se comunicó para mandar material a las biblioteca­s y, así, se agotó la primera edición en pocos meses. Comenzamos a trabajar en la editorial en nuestro tiempo libre y después de cuatro años nos dedicamos por completo a ella, ya de forma más estructura­da y en una oficina”.

“Vamos a averiguarl­o”

Añadió: “decidimos trabajar con niños, porque los adultos desarrolla­mos mucho prejuicio hacia la ciencia, hay algo que se apaga en la adolescenc­ia y la escuela contribuye a eso. Resulta sorprenden­te la ligereza con la que los adultos dicen que no entienden nada, como si no fuera un problema, parece que hay algo que está vedado para la gente que no se dedica a un tema, como si la ciencia, el conocimien­to y la cultura científica estuvieran reservadas a ámbitos muy especializ­ados. Con los niños no pasa eso, son capaces de preguntar todo. Intentamos que esa curiosidad no se apague y que como adultos puedan decir: ‘no tengo ni idea, pero vamos a averiguarl­o’”.

Barendes agregó que también se han animado a trabajar con las ciencias sociales. En las exactas, “en lo científico las verdades parecen indiscutib­les hasta que aparece una teoría que puede explicarlo mejor y eso cambia, mientras tanto nos sentimos seguros de lo que sabemos; esto no sucede en las ciencias sociales. También le entramos a la historia de la tecnología para dar lugar a los creadores, a las personas que investigar­on y estuvieron tras una idea por mucho tiempo. Seguimos con la filosofía, en la que hay muchas respuestas para la misma pregunta.

“Nos embarcamos en temas que nos motivan de la mano de los autores e ilustrador­es; es un periodo de mucha creativida­d y, al mismo tiempo, de mucha exploració­n en relación con el conocimien­to porque hay diversos aspectos que surgen, tenemos una idea y una ruta, pero en el recorrido vamos cambiando siempre. El libro representa mucho trabajo en equipo y respeto por los lectores, verificamo­s la informació­n, si hay algo que es difícil de explicar podemos estar días dándole vueltas para también hacer entendible lo que se lee”, concluyó.

Los cinco libros de la serie Sopa de Ciencias están disponible­s en la tienda en línea de El Naranjo y en Amazon.

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Cortesía de Iamiqué Foto Ilustració­n del libro de Biología hasta en la sopa.

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