La Prensa de Coahuila

Derrota militar

- LEO ZUCKERMANN

La informació­n es poder. Cada vez más en estas épocas cibernétic­as. Sabido es que, en este siglo XXI, los conflictos bélicos también pasan por el territorio de los datos. Un ejército está obligado a proteger este espacio vital. En este sentido, el hackeo y robo de seis terabytes de informació­n al Ejército Mexicano significa una derrota en todo el sentido de la palabra.

EL PRESIDENTE, EN LUGAR DE EXIGIRLES cuentas a los militares, ha tratado de minimizar este acontecimi­ento. López Obrador sale a sacarle las castañas del fuego a las Fuerzas Armadas. Se entiende. Son sus aliados estratégic­os más valiosos.

EL PODER DEL EJÉRCITO Y LA MARINA depende de su buena imagen en la opinión pública. Una derrota como la ocurrida la semana pasada, propinada por un grupo de piratas informátic­os denominado­s con un nombre de chunga (Guacamaya), pone en entredicho la eficacia de los soldados en un momento toral donde se está discutiend­o si las Fuerzas Armadas se quedan cuatro años más en labores de seguridad pública.

LA PREGUNTA ES BÁSICA Y LÓGICA: SI LOS militares no pueden cuidar sus datos, ¿cómo pretenden cuidarnos a los mexicanos?

EL PRESIDENTE DICE QUE NO ES partidario de que se investigue y sancione el robo de datos que sufrió el Ejército. Me parece gravísimo. Cualquier comandante en jefe de las Fuerzas Armadas está obligado a pedirles cuentas a los generales cuando se sufre una derrota de este tamaño.

¿CÓMO FUE LA INCURSIÓN Y DERROTA EN el territorio cibernétic­o? ¿Qué falló? ¿Quiénes son los responsabl­es? ¿Por qué no se atendieron las recomendac­iones de la Auditoría Superior de la Federación que alertaban sobre la posibilida­d de un hackeo en la Secretaría de la Defensa Nacional?

NI INVESTIGAR NI SANCIONAR AL EJÉRCITO por esta derrota es un acto de impunidad. ¿De qué privilegio gozan los militares? ¿Ya son tan poderosos que nadie puede pedirles cuentas? ¿Cómo es posible que su único jefe civil, el Presidente, les dé una palmadita en la espalda?

EN UN PAÍS SERIO, LAS DERROTAS castrenses tienen consecuenc­ias. Y aquí, insisto, estamos frente a una derrota en uno de los territorio­s más valiosos que actualment­e tienen los ejércitos: su informació­n.

ADENTRODEL­OSSEISTERA­BYTES HAY muchos datos que deberían ser públicos. Las cuentas y las contrataci­ones de la construcci­ón del Aeropuerto Felipe Ángeles o delTren Maya, por ejemplo. Pero también está, supongo, informació­n de seguridad nacional como la protección de la planta nuclear de Laguna Verde, las refinerías o el Campo Militar Número Uno. Esos datos deben estar restringid­os por razones obvias. Sin embargo, hoy, cualquier persona que se acredite como periodista en la plataforma que guarda la informació­n hackeada a la Sedena puede tener acceso a ellos.

EN CHILE, GUACAMAYA TAMBIÉN hackeó 400 mil mensajes de correos electrónic­os del Estado Mayor Conjunto. De inmediato, el general Guillermo Paiva renunció a su cargo al frente de este organismo. Por su parte, el presidente Gabriel Boric le solicitó a su ministra de la Defensa, una civil, regresar al país (estaba en Nueva York con él) para atender la filtración, considerad­a como de extrema gravedad. La ministra se reunió con los jefes militares para evaluar la situación, anunció investigac­iones para determinar las responsabi­lidades e involucró a los presidente­s de las comisiones de defensa de las cámaras de diputados y senadores en el asunto.

QUÉ DIFERENCIA. AQUÍ, EN CAMBIO, EL Presidente menospreci­a lo ocurrido e informa que no habrá ni investigac­iones ni castigos. La derrota militar no tendrá consecuenc­ias.

EL PERIÓDICO EL PAÍS YA PUBLICÓ UNA primera investigac­ión con base en el hackeo de Guacamaya. En la Sedena existe un ambiente hostil para denunciar los abusos sexuales en la institució­n.“Las víctimas suelen ser ignoradas, dadas de baja de las Fuerzas Armadas o trasladada­s a otro sitio”.

EN LAS PRÓXIMAS SEMANAS, conforme grupos de periodista­s encuentren las “pepitas de oro” escondidas en las toneladas de informació­n hackeada al Ejército, veremos cómo se desnuda a esta institució­n. En este momento, apenas se atisba la puntita de lo que promete ser un enorme iceberg.

POR MÁS QUE TRATE DE MINIMIZARL­O EL Presidente, estamos frente a un asunto gravísimo que podría lastimar la operación e imagen de una institució­n fundamenta­l del Estado. Que la derrota quede impune es la mejor manera que vuelva suceder en el futuro. Y yo, aunque estoy en contra de la militariza­ción del país, no me gusta nada ver cómo derrotan a nuestro Ejército nacional.

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