La Razón de México

CRÓNICA TAURINA PARA TIEMPOS NUBLADOS

- NOTA Y SELECCIÓN DE ALEJANDRO TOLEDO @ToledoBloo­m

Muy pronto, el Fondo de Cultura Económica pondrá en circulació­n Las crónicas de Pepe Faroles y otras escrituras, de Josefina Vicens (1911-1988), un libro que recoge parte de esos materiales diversos que se crearon a la par, o antes o en los intervalos (que fueron largos), de las dos novelas importante­s de Vicens: El libro vacío (1958) y Los años falsos (1982). El tomo está a cargo de Norma Lojero Vega, que es quien más ha estudiado la vida y la obra de la autora en décadas recientes. A ella se deben, además de este libro próximo, una serie documental televisiva, una compilació­n de escritos sobre la autora realizada en colaboraci­ón con Ana Rosa Domenella ( Josefina Vicens: un clásico por descubrir), y Josefina Vicens: una vida a contracorr­iente... sumamente apasionada, ambos de 2017.

Entre lo reunido en el nuevo tomo (que incluye guiones, teatro, un cuento, poesía) destaca aquello que le da el título principal: las crónicas de Pepe Faroles, aparecidas en el periódico Torerías, de septiembre de 1943 a octubre de 1944. El periódico fue fundado por la escritora junto con su amigo Alfredo Valdez, y se imprimía en los talleres del diario Excélsior.

COMO SE SABE, Josefina Vicens tenía apego a lo masculino; los protagonis­tas de sus novelas son José García y Luis Alfonso Fernández; y firmaba los artículos periodísti­cos como Diógenes García (en temas políticos o sociales) o Pepe Faroles (para hablar de la fiesta brava).

En este último caso era una observador­a independie­nte de lo que ocurría en el ruedo, y por ello mismo solía incomodar. Contó un día, por ejemplo, los disgustos que provocó una de sus crónicas, al grado de que un amigo ( boxeador) de un torero (Arruza) avisó que buscaría a Pepe Faroles para golpearlo. En efecto, el boxeador se presentó en la redacción de Torerías y conversó con ella; luego Josefina le preguntó a qué horas empezaría a pegarle. “¿A usted, señora, por qué?”. “Porque yo soy Pepe Faroles”.

Lo que resalta en Vicens es el modo profundo como entendía la experienci­a taurina:

Creo que es la única fiesta metafísica. Es el único espectácul­o en donde la muerte es otro de los personajes. Al igual que los toreros y toda la cuadrilla, la muerte hace el paseíllo. Porque el torero sabe que entra vivo, pero no sabe si sale vivo. La muerte siempre está campeando en una plaza de toros. El torero que diga que no tiene miedo, miente; algunos de ellos, cuando están haciendo una buena faena, se apasionan y por un momento olvidan el miedo, pero éste es tremendo y constante. [...] En la fiesta de toros el torero deja de ser un hombre y adquiere esa calidad de moribundo que es un poder, un ascendente metafísico, un toque de lo sagrado.

Las crónicas de Pepe Faroles y otras escrituras surge en un contexto en el que se discute el toreo, un espectácul­o que parece haber vivido sus mejores épocas en la Ciudad de México, y tal vez con escasos referentes culturales válidos en el presente.

Más allá de la polémica actual, estas crónicas son la incursión femenina en un mundo dominado por los hombres. Muchos queríamos leerlas y ahora, gracias al rastreo hemerográf­ico de Norma Lojero Vega, podemos hacerlo. He aquí algunos brillantes farolazos.

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