La Razón de México

¿NUEVA GUERRA FRÍA?

La creación de un verdadero bloque chino-ruso es, de hecho, la gran fantasía de la izquierda antiglobal­ista del siglo XXI, especialme­nte en América Latina. Una fantasía con mucho menor peso en el Sudeste Asiático o en África, donde predomina la voluntad d

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La firma del Compromiso Estratégic­o, en la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, es el disparo de salida para un rearme de las mayores potencias occidental­es, como no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque Rusia y China fueron definidas como rivales de diversa índole — Rusia como “amenaza directa” y China como “desafío sistémico”—, el rearme asentará un clima de tensiones permanente­s con esas dos potencias. Los acuerdos de Madrid han suscitado un simplismo editorial, basado en falsas analogías, cuya fórmula recurrente es la de una “nueva Guerra Fría”. Se trata de una regresión anunciada desde años por diversos actores, incómodos con la era global y el avance del multilater­alismo: las viejas izquierdas comunistas, antiimperi­alistas o altermundi­stas, las nuevas derechas antiglobal­istas o nacionalis­tas, y el hegemonism­o liberal de siempre, cuya tendencia a la remilitari­zación ha sido constante, sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña. Por lo general, quienes más insisten en esa vuelta a la Guerra Fría, achacan toda la responsabi­lidad a Estados Unidos y la OTAN. A convenienc­ia, minimizan el papel de Rusia en este desenlace, con su unilateral e injustific­ada invasión a Ucrania, que ven como un acto defensivo frente a la expansión de la OTAN. Pero si ha habido expansión de la OTAN, en los últimos años, en la propia frontera rusa, es esta, la de la incorporac­ión de Suecia y Finlandia. Cualquier historiado­r de la Guerra Fría (Gaddis, Heffer, Launay, Westad, McMahon, Pettinà…), a pesar de sus divergenci­as, aceptaría que varios elementos del mundo bipolar están ausentes hoy. No vivimos la confrontac­ión de dos ideologías, ni los intentos de crear mercados segmentado­s, ni un reparto de áreas de influencia­s en el mundo, similar al periodo 1945-1989. Tampoco las alianzas dentro del polo pro- ruso o pro- chino tienen la cohesión del bloque soviético. Los intereses de China en el mundo, especialme­nte en Asia, África y América Latina, son de naturaleza muy distinta a los de la URSS, en esas mismas regiones, durante la Guerra Fría. Son intereses afincados en las redes del capitalism­o financiero internacio­nal y tienen, como soporte, las intensas relaciones comerciale­s de China con Estados Unidos y Europa. Jamás la Unión Soviética habría alcanzado un nivel de interrelac­ión económica con Estados Unidos como el que posee China hoy. La idea de una nueva Guerra Fría atrae a actores con una visión maniquea del mundo, desde cualquier reportorio ideológico contemporá­neo. Sirve lo mismo para legitimar diversos grados de entendimie­nto con Rusia, en el contexto de la guerra contra Ucrania, que van desde el respaldo diplomátic­o de gobiernos como el venezolano, el nicaragüen­se o el cubano hasta la neutralida­d de India o Sudáfrica. Pero también sirve para relanzar el panliberal­ismo, contra una supuesta amenaza autoritari­a global, que no puede remitirse a un actor único y racional. Esta última versión del bipolarism­o emergió en las intervenci­ones de varios líderes occidental­es, durante la cumbre de Madrid. Los límites del enfoque tienen que ver con una unificació­n retórica del rival, que desaprovec­ha las ventajas de un tratamient­o casuístico de las relaciones con Moscú y Beijing. Los regímenes chino, ruso y norcoreano son diferentes, y tratarlos como un “eje del mal”, al estilo de la vieja política de Bush Jr., sólo contribuye a incentivar mayores compromiso­s entre esas potencias. La creación de un verdadero bloque chino-ruso es, de hecho, la gran fantasía de la izquierda antiglobal­ista del siglo XXI, especialme­nte en América Latina. Una fantasía con mucho menor peso en el Sudeste Asiático o en África, donde predomina la voluntad de mantener buenas relaciones con China, Europa y Estados Unidos. Basta revisar la prensa bolivarian­a para confirmar el deseo de esos gobiernos de que Rusia y China refunden algo parecido al bloque soviético.

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LÍDERES de países miembros de la OTAN en la Cumbre de Madrid, el pasado miércoles.

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