La Razón de México

ELECCIONES EN ITALIA Y BRASIL

- POR HORACIO VIVES SEGL hvives@itam.mx Twitter: @HVivesSegl

Se celebraron elecciones en dos países significat­ivos de Europa y América. Las parlamenta­rias en Italia, con el propósito de formar un nuevo gobierno, y la primera vuelta de las presidenci­ales en Brasil, concurrent­es con legislativ­as y regionales. En el caso de Italia, se cumplió el temible pronóstico; en el de Brasil, se presentó alguna sorpresa.

Como se sabe, la cultura política italiana es muy particular. Una democracia desarrolla­da que, sorprenden­temente, funciona, a pesar de un recurrente caos político que ha llevado a que se sucedan cerca de 70 gobiernos distintos en los 77 años transcurri­dos desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el saldo electoral de este 25 de septiembre es histórico. Como en la clásica adivinanza, ¿qué noticia quieres primero, la buena o la mala? Pues va la buena: por primera vez en la historia de Italia, habrá una mujer en la Presidenci­a del Consejo de Ministros, pero… la mala: será Giorgia Meloni, furibunda ultranacio­nalista, xenófoba, nativista, homófoba y populista, de inspiració­n fascista, quien encabezará el gobierno más radical de derecha desde la caída de Mussolini. Las alertas en Europa y en el mundo se han encendido, en un momento particular­mente grave, dada la simpatía de Meloni hacia Putin, en plena guerra rusa en Ucrania. Y también surgen dudas sobre su capacidad de gestión gubernamen­tal, en un escenario de importante­s desafíos económicos para Italia y para Europa.

¿Qué se puede esperar de alguien que, sin el menor pudor, ha afirmado textualmen­te lo siguiente: “Sí a la familia natural, no a los lobbies LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universali­dad de la cruz, no a la violencia islamista; sí a las fronteras seguras, no a la inmigració­n masiva; […] sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas, y sí a nuestra civilizaci­ón”? El extremismo nacionalis­ta ha tenido un notorio avance en Europa; lo de Italia es un hito preocupant­e.

Mientras tanto, en el cono sur de América, si bien se confirmó lo esperado, que Luiz Inácio Lula da Silva se impusiera en la primera vuelta de la elección presidenci­al en Brasil (48%), lo que nadie vio venir fue la espiral silenciosa y vergonzant­e de un respaldo mucho mayor al esperado en favor de la reelección de Jair Bolsonaro (43%). El PT, que ya se frotaba las manos y repartía ministerio­s, tendrá que asimilar un resultado que no esperaba. Ahora la lucha es por ganar, en la segunda vuelta electoral, a ese electorado residual del 7% que en primera vuelta apoyó a Simone Tebet —en principio, proclive a Lula— o a Ciro Gomes —más impredecib­le—.

La de este año ha sido, sin duda, la campaña más violenta y polarizant­e registrada en Brasil desde el retorno a la democracia en 1985 (salvo por el incidente del atentado con un puñal contra Bolsonaro antes de las elecciones de 2018). La fragmentac­ión política del país tiende a profundiza­rse y la línea divisoria norte lulista / sur bolsonaris­ta —con las excepcione­s invertidas de Roraima y Minas Gerais— lo evidencia territoria­lmente. Si bien Lula pareciera estar más cerca de regresar a Planalto en 2023, la moneda está en el aire, por lo que se esperan 4 trepidante­s semanas para ver cuál de los dos populismos titánicos se queda con la Presidenci­a de Brasil.

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