La Razón de México

UN INDULTO OPORTUNO

- POR EL DUENDE

Querido lector, vamos a pecar de soberbios… el Presidente de la República puede perdonar la pena impuesta por un delito federal. A esta figura jurídica se le llama: indulto.

Es una figura que se encuentra reconocida en la Constituci­ón, a través del Artículo 89, y señala que es una facultad del Ejecutivo —a través del Presidente— poder otorgar este reconocimi­ento a las personas que están enfrentand­o un proceso.

El Código Penal Federal establece algunas condicione­s, por ejemplo, la existencia de indicios de violacione­s graves a los derechos humanos del sentenciad­o; el procesado no debe representa­r un peligro para la sociedad.

Según los expertos, una “reinserció­n social” es para alguien que no represente un riesgo para la sociedad (no se podría indultar a alguien que nunca se ha readaptado) además, este “indulto” produce o se genera, derivado de un reconocimi­ento de inocencia, es decir, las personas que enfrentan un proceso y las que lleven ese proceso, tienen una prueba plena de su inocencia, existe este reconocimi­ento, y en consecuenc­ia se suscita el indulto presidenci­al.

Por si fuera poco, dicen los conocedore­s del derecho constituci­onal, es de suma importanci­a esté “firme su resolución, en el caso mediático”, y el conocimien­to de que existe una ejecutoria de amparo por resolverse. ¿Qué significa esto? Que el asunto está sub júdice, o sea, todavía no existe una sentencia firme y no sabemos el cumplimien­to que vaya a dar la autoridad”.

¿Para qué fue todo este contexto? Para explicarle que el indultar a una persona no pasa nada más por tener buena conciencia y buenas intencione­s, sino que se necesita un proceso legal.

Por primera vez en la historia, Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato a la Presidenci­a asesinado en 1994, se pronunció sobre el caso de su padre.

El alcalde de Monterrey, Nuevo León, acostumbra a guardar silencio respecto a este tema; es bien sabido que, en días específico­s como el aniversari­o de la muerte del excandidat­o presidenci­al, se resguarda y evita dar declaracio­nes.

Pero ahora sí lo hizo, y pidió al Presidente López Obrador el indulto para el asesino confeso, Mario Aburto Martínez, hasta ahí todo bien.

El problema es que lo hace en un momento de campañas políticas en las que él mismo busca un escaño en el Senado. ¿Coincidenc­ia o humanismo? No lo creo, aunque sí oportunism­o político. Colosio Riojas sabe muy bien que no podría proceder un indulto presidenci­al para el asesino de su padre. Me dicen mis fuentes en estas cloacas regias, que existe una versión de que la estrategia consistió en “mostrarse lo más humano” para ganar adeptos. ¿Será? Lo sabremos en las próximas semanas… Al tiempo.

En el baúl. Llama la atención que Rafael Flores, otrora cercano colaborado­r de la maestra Delfina Gómez, en su paso por la Secretaría de Educación, ahora se encuentra relegado a una posición menor en el gobierno estatal mexiquense. Me cuentan que esto se debe a que anduvo de gestor en varios “asuntos” en nombre de la en ese momento gobernador­a electa, comportami­ento que no le gusto nadita a la hoy titular del gobierno mexiquense. Esto podría marcar una señal muy clara de que el gobierno de la maestra Delfina no tolerará gestores al margen de la ley. Buenas noticias para los habitantes del Estado de México.

Basta por hoy, pero el próximo lunes regresarée­eeeeeee!

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