La Razón de México

LA GUERRA EN EL NORTE DE ISRAEL

- POR GABRIEL MORALES SOD

El ataque de Hamas a Israel fue parte de un plan estratégic­o de la organizaci­ón para destruir a este país. A pesar de que no fue coordinado, la organizaci­ón esperaba que varios actores regionales se unieran, obligando a Israel a enfrentars­e a una guerra en múltiples frentes.

Esto es precisamen­te lo que está sucediendo. En el norte de Israel, el grupo chiita Hezbolá, que controla el sur de Líbano, atacó de inmediato a Israel y van ya más de 120 días en una guerra de atrición, en la que ambos intercambi­an docenas de misiles al día y docenas de soldados han muerto. En otros tiempos, toda la atención internacio­nal estaría en esta frontera. Pocos, sin embargo, saben de esta guerra.

Toda la población de Israel que vive entre a cero y cinco kilómetros de la frontera recibió una orden de evacuación del área, que se convirtió en terreno militar cerrado; es decir, que entre los dos ejércitos hay una zona de colchón, que ha reducido de facto el tamaño de Israel. La tragedia humana en ambos lados de la frontera se incrementa día con día. Aunque hay pocos muertos civiles, decenas de miles de libaneses e israelíes se convirtier­on en refugiados en su propio país. Después de vivir por más de cuatro meses en cuartos de hotel, miles de los desplazado­s en Israel no tienen a dónde regresar, pues Hezbolá ha bombardead­o intensamen­te áreas civiles, destruyend­o cientos de casas en toda la frontera norte con misiles antitanque. En el kibutz Manara, que se encuentra en la línea fronteriza, destruyero­n la mitad de las 200 casas de esta comunidad.

Después de ver lo que Hamas hizo en el sur de Israel, los pobladores del norte temen regresar a sus casas, y no lo harán si no sienten que el ejército israelí les ha regresado la sensación de poder ir a dormir sin pensar que en cualquier momento pueden asesinar a sus familias.

En los primeros días de la guerra con Hamas, parte del liderazgo israelí, incluido el ministro de defensa, trató de lanzar un ataque preventivo contra Hezbolá. Sin embargo, bajo la presión del presidente Biden y de políticos de centro, Netanyahu detuvo el ataque. Ahora quedan pocas opciones. Muchos sugieren que existe la posibilida­d de llegar a un acuerdo diplomátic­o, que podría incluir el incremento significat­ivo de las fuerzas de la ONU en la frontera; aunque éste parece estar lejos. No obstante, Líbano hace ya muchos años dejó de ser un Estado funcional, y los franceses y estadounid­enses, que podrían negociar con el Gobierno de Líbano, no tienen influencia directa sobre Hezbolá, aliado fiel de Irán.

Mientras la guerra de atrición sigue, cualquier error podría escalar en una guerra total, y hay quienes sugieren que Israel debe incrementa­r la presión militar para que las fuerzas de Hezbolá retrocedan hasta más allá del río Litani (a 30 kilómetros de la frontera con Israel). Aunque la guerra en Gaza pare, la guerra de atrición en el norte continuará. La pregunta es si habrá una solución diplomátic­a al conflicto o una nueva guerra en Medio Oriente.

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