Las dudas sobre las capacidades de Biden minan su campaña
El demoledor informe del fiscal especial da pie a los republicanos a pedir su inhabilitación y un sector demócrata exige su reemplazo
Cuando parecía que las especulaciones y críticas sobre la avanzada edad de Joe Biden y sus deslices mentales le daban una tregua al presidente estadounidense, el recurrente debate vuelve a estar en el centro de la vida de los estadounidenses. Esta vez ha sido el fiscal especial Robert K. Hur, elegido por los republicanos, quien ha puesto en duda la salud del presidente de EE UU en su informe por la investigación sobre el manejo que Biden hizo de varios documentos clasificados. La buena noticia es que no levantará cargos penales, la mala para él y su equipo es que lo tacha de «octogenario con memoria limitada». Los republicanos no han querido perder esta oportunidad para atacar a su contrincante, y piden al Gabinete de Biden que aplique la Enmienda 25 de la Constitución, la cual permite destituir a un presidente si no está capacitado para el cargo. La sección cuarta de esta norma describe los detalles de un proceso complicado para que la vicepresidenta, en este caso Kamala Harris, y una mayoría de funcionarios al frente del Poder Ejecutivo declaren que el presidente está «imposibilitado para ejercer los derechos y deberes de su cargo», reza el texto constitucional. En caso de que esto ocurra, sería Harris quien asumiría la labor de presidenta hasta que se celebren las próximas elecciones el 5 de noviembre.
«Su actual condición física y mental debería impedirle ser presidente de Estados Unidos», ha dicho en la red social X el congresista republicano de Carolina del Norte Greg Murphy. En la misma línea ha sido la publicación de su colega y presidente de la Comisión del Senado, Josh Hawley, «el informe de Robert Hur nos dice dos cosas: que hay un doble estándar de la justicia en este país y que Joe Biden no es apto para el cargo». Claudia Tenney, congresista conservadora por Nueva York, ha ido todavía más lejos y le ha enviado una misiva al fiscal general, Merrick Garland, pidiéndole que actúe: «Le corresponde a usted explorar los procedimientos para destituir al presidente de conformidad con la
Enmienda 25 de la Constitución de EE UU. Joe Biden necesita ser acusado o destituido».
Pero el líder estadounidense no lo ve igual y, de momento, sigue haciendo oídos sordos. «Cómo diablos se atreve a plantear», dijo refiriéndose al informe del fiscal especial Hur, «que no recuerdo la fecha en la que murió mi hijo Beau». «No necesito que nadie me recuerde cuándo falleció». «Mi memoria está bien», insistía el mandatario justo después de hacerse público el informe. Pero la realidad apunta a lo contrario. De hecho, en ese mismo discurso que lanzó para defenderse el jueves por la noche, sufrió uno de sus lapsus mentales en el momento más desafortunado. Confundió al dirigente de México con el de Egipto, llamando al primero «Sisi». El domingo pasado también se equivocó cuando quiso referirse al presidente francés, Emmanuel Macron, pero nombró a François Mitterrand, uno de sus antecesores en el cargo que falleció hace 28 años. Y suma y sigue porque los tropiezos mentales y físicos de Biden durante los tres años de su
Un congresista conservador de Nueva York pide al fiscal general que le destituya