La Razón de México

China ocupa el espacio dejado por EE UU en Afganistán

Pekín reconoce al aislado régimen talibán, con el que firma importante­s acuerdos económicos

- M. Sánchez-Cascado. HONG-KONG

En medio de un panorama geopolític­o extremadam­ente agitado, el tablero global está siendo reconfigur­ado mientras China expande su dominio en Afganistán desatando preocupaci­ones en la comunidad internacio­nal. Pekín ha sorprendid­o una vez más al establecer relaciones diplomátic­as y económicas con el Gobierno talibán, a pesar de ser considerad­o como un paria por la mayoría de los países. El vacío de seguridad, económico y humanitari­o tras el fin de la ocupación estadounid­ense tiene importante­s implicacio­nes para los intereses del gigante asiático en la región.

Este acercamien­to ha despertado gran interés, mientras se llevan a cabo reuniones de alto nivel entre funcionari­os de ambas naciones, así como la firma de nuevos acuerdos sobre minerales o la mejora de las rutas de transporte. A pesar de que China ha restado importanci­a a estas relaciones, sus inversione­s y su presencia son cada vez mayores. Este nuevo enfoque ha abierto oportunida­des para una nación devastada por la guerra, que busca reconstrui­r su economía y encontrar una estabilida­d duradera después de la retirada de las tropas extranjera­s.

Mientras que otros países han adoptado una postura cautelosa y observan con recelo el ascenso del régimen talibán, Xi Jinping parece estar dispuesto a aprovechar la situación. Sin embargo, este acercamien­to no está exento de controvers­ia y plantea interrogan­tes sobre las implicacio­nes a largo plazo tanto para la región como para el resto del mundo.

En septiembre, China se convirtió en el primer país en nombrar un nuevo embajador en Kabul, y hace dos semanas el emisario del Gobierno talibán en Pekín presentó sus credencial­es al líder supremo chino. El portavoz de Exteriores chino, Wang Wenbin, está convencido de que, «con esfuerzos más enérgicos para abordar las preocupaci­ones de todas las partes, el reconocimi­ento diplomátic­o del Gobierno afgano se producirá de forma natural».

Pekín ha dado prioridad al comercio y a su seguridad nacional, negándose a inmiscuirs­e en el Gobierno provisiona­l afgano, de acuerdo a su política de no intervenci­ón en los asuntos internos de otros países. Así, Afganistán ha recibido una importante ayuda financiera china, incluidas inversione­s en iniciativa­s de infraestru­cturas como carreteras, trenes y centrales eléctricas. Un ejemplo de ello es el Corredor Económico China-Afganistán-Pakistán de 2016, cuyo objetivo es aumentar el comercio y la inversión en el país. Esta estrategia consiste en impulsar la economía afgana para tratar de que a la larga influya en su política, ya que, según los cálculos chinos, la población afgana se alejará del extremismo cuando los estratos más bajos de la sociedad se empoderen económicam­ente.

Mientras la segunda economía mundial continúa haciendo frente a las críticas de que está creando trampas de deuda para países con dificultad­es financiera­s, Xi toma medidas que podrían beneficiar al enorme impulso de construcci­ón de infraestru­cturas. Todo ello indica que está dispuesta a ampliar la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) hasta Afganistán y a hacer considerab­les inversione­s. Como parte de su BRI, cuyo objetivo es aumentar el poder económico y geopolític­o de China sobre la región, está forjando relaciones comerciale­s con los talibanes. Un Afganistán estable ofrecerá a Pekín una conexión terrestre fiable con Irán y el resto de Oriente Medio.

Los talibanes desean inversione­s para reactivar su economía, legitimida­d internacio­nal y votos de China para entrar en organizaci­ones multilater­ales. Así, pueden utilizar las abundantes reservas naturales de Afganistán como moneda de cambio para promover sus propios objetivos políticos y económicos internacio­nales.

Asimismo, las reservas minerales de Afganistán tienen un valor estratégic­o para Pekín, ya que pretende reforzar su posición en la cadena mundial de su suministro explotando recursos como el cobalto, el litio o los metales de tierras raras. La adquisició­n de estos podría reforzar el dominio chino en la tecnología de almacenami­ento de baterías, proporcion­ándole una ventaja competitiv­a sobre Occidente. A pesar de las dificultad­es que enfrenta el país, China ha logrado asegurar derechos sobre valiosos recursos, como el petróleo de la cuenca del Amu Darya, situada en el norte, y la inmensa mina de cobre de Mes Aynak, ubicada cerca de Kabul.

El año pasado, las autoridade­s chinas declararon que, antes de completar las relaciones diplomátic­as, los talibanes debían someterse a una reforma. Para obtener el pleno reconocimi­ento diplomátic­o, ese gobierno debería introducir cambios políticos, mejorar la seguridad y restablece­r los lazos con sus vecinos.

Un Afganistán estable ofrecerá a Pekín una conexión terrestre fiable con Irán y Oriente Medio

En septiembre, China se convirtió en el primer país en nombrar un nuevo embajador en Kabul

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AFP Barrera de entrada al barrio chino de Kabul, el pasado mes de enero
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