La Razón de México

UN MUNDO EN CRISIS

- POR MONTSERRAT SALOMÓN

Este año, y los venideros, no será sencillo para la humanidad. Al tiempo que afrontamos una sequía histórica que llevará a grandes desastres naturales y violencia, las voluntades políticas están distraídas en elecciones y conflictos armados que impiden trabajar en lo importante y nos arrojan a la inmediatez de la pugna por el poder.

La gran amenaza para la humanidad es el cambio climático. Sin embargo, ese tema ha quedado relegado dado el peligroso entorno político que se está formando en el mundo. Tenemos conflictos armados que involucran, directa o indirectam­ente, a grandes potencias. Es una situación que no se daba desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Los principale­s focos rojos están en la guerra entre Rusia y Ucrania, que involucra a buena parte de Europa y compromete a EU, y el conflicto armado entre Hamas e Israel, que pone en tensión a la poderosa Irán y a Medio Oriente.

Estos conflictos bélicos, aunados a la tensión al alza en Corea del Norte y los apoyos de China a Rusia, muestran un tablero geopolític­o sostenido por alfileres. El declive de EU y su evidente inestabili­dad interna podrían ser un factor decisivo para desatar la pugna por un nuevo orden mundial. Además, al ser año electoral y al ser cada vez más probable el regreso de un errático Trump a la presidenci­a, EU ha dejado de ser un aliado confiable y se ha debilitado frente a sus enemigos. Entre sus problemas internos y sus compromiso­s titubeante­s con Ucrania, la OTAN e Israel, EU no se ha mostrado como la potencia que pueda mantener la paz.

¿Qué pasará si a finales de año Trump decidiera dinamitar la alianza con la OTAN? ¿Putin no aprovechar­ía para afianzar su plan imperialis­ta en Ucrania y posiblemen­te más allá de sus otras fronteras? ¿Y si Israel sigue su violenta incursión en Gaza y desestabil­iza la región al punto que Irán se ve implicada? ¿Y si China decide seguir los pasos de Rusia ante la pasividad de Occidente y va por Taiwán?

Nuestro presente está plagado de guerras y de tensión bélica latente. Sin embargo, estos conflictos entre potencias no pueden analizarse sin el factor humano. La migración a gran escala debida a desastres naturales y a conflictos armados segurament­e seguirá al alza, presionand­o aún más a los gobiernos e implorando justicia. La emergencia humanitari­a está alcanzando proporcion­es nunca antes vistas. Se requeriría que globalment­e se hiciera un alto para atender solamente estas crisis que pone en jaque a la humanidad. Sin embargo, parece que los gobiernos no están pensando en soluciones sino en la posibilida­d de la aparición de más conflictos.

No estamos en un periodo entre guerras, estamos en guerra y, como siempre, son las personas más vulnerable­s las que están pagando los costos.

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